Francia ha activado uno de los dispositivos de seguridad más estrictos de los últimos años para proteger los mercadillos navideños y eventos públicos propios de la temporada invernal. El Ministerio del Interior ha elevado a su máximo nivel la alerta y ha ordenado reforzar la presencia policial y los controles preventivos tras identificar un riesgo terrorista calificado como “muy elevado”. La advertencia, hecha pública después de que se conociera un correo interno enviado por el ministro del Interior, Laurent Núñez, a los prefectos locales hace una semana, ha desencadenado una movilización extraordinaria de recursos en todo el territorio nacional.

El mensaje de Núñez exigía “máxima vigilancia” en todos los actos navideños, incluidos mercadillos, ferias, espectáculos al aire libre, celebraciones litúrgicas y zonas de alta concentración turística. En Francia, donde los mercados de Adviento forman parte del paisaje cultural de diciembre y atraen cada año a millones de visitantes, la instrucción tuvo un efecto inmediato: prefecturas, ayuntamientos y fuerzas del orden han reajustado sus planes de protección, multiplicando los controles y reforzando la cooperación con los servicios de inteligencia.

Aunque la alarma no responde a un incidente concreto ocurrido en los últimos días, sí se inscribe en un contexto que las autoridades consideran especialmente frágil. La combinación de grandes aglomeraciones, un clima social tenso y la persistente amenaza de actores radicalizados —ya sean células organizadas o individuos aislados— ha impulsado al Gobierno a adoptar medidas preventivas más severas de lo habitual. El objetivo declarado: evitar que la red de mercadillos y eventos festivos, repartidos por todo el país desde Estrasburgo hasta Marsella, se convierta en un objetivo fácil.

Una tradición bajo escrutinio

Los mercadillos navideños en Francia, particularmente los de la región de Alsacia y el noreste, figuran entre los más antiguos de Europa. Su atractivo turístico y su localización en zonas peatonales históricas los hacen especialmente vulnerables a intentos de atentado, tal como las autoridades han señalado de manera regular en los últimos años.

Los responsables de seguridad han recordado que estas celebraciones congregan simultáneamente a residentes locales, turistas europeos y visitantes de fuera del continente, lo que incrementa su visibilidad y su potencial impacto en caso de un ataque. A ello se suma la multiplicación de escenarios: calles estrechas, casetas de madera, rutas de acceso limitadas y una dinámica comercial que dificulta el filtrado exhaustivo de cada asistente.

Por ello, desde comienzos de diciembre, numerosas ciudades han comenzado a implantar barreras físicas antivolcadura, arcos de detección, controles aleatorios de bolsos y un aumento perceptible de patrullas policiales y militares. En muchas zonas se han desplegado unidades caninas entrenadas para la detección de explosivos, así como equipos especializados en vigilancia de drones.

La advertencia de Núñez ha dado ahora una dimensión más coordinada a todos estos esfuerzos, estableciendo pautas comunes en las 101 prefecturas del país. Según han confirmado varias fuentes municipales, se ha instado a reforzar la supervisión de áreas de tránsito, estaciones ferroviarias, intercambiadores de transporte y accesos a zonas comerciales próximas a los mercadillos.

El correo del ministro: un recordatorio claro y directo

El documento del ministro del Interior, que circuló entre los prefectos hace una semana, contiene instrucciones precisas sobre la necesidad de redoblar la vigilancia. Aunque su contenido detallado no ha sido divulgado íntegramente, fuentes cercanas al ministerio confirmaron que Núñez pedía “máxima vigilancia” en la organización y supervisión de todas las celebraciones públicas relacionadas con la Navidad.

La notificación insistía en puntos clave:

  • Aumentar la visibilidad policial en las áreas donde se prevé una mayor afluencia de público.
  • Intensificar la cooperación entre autoridades locales, policía nacional, gendarmería y servicios de inteligencia.
  • Revisar los planes de seguridad de cada evento, con especial atención a los dispositivos de evacuación y a la gestión de accesos.
  • Fortalecer los sistemas de videovigilancia, priorizando las zonas con flujos continuos de público.
  • Coordinar la comunicación con organizadores privados, comerciantes y asociaciones locales para garantizar que todos conozcan los protocolos actualizados.

Aunque el envío de instrucciones de este tipo es habitual en épocas de alta actividad turística, la insistencia del ministro y la calificación del riesgo como “muy elevado” hicieron que el mensaje generara preocupación entre los responsables de seguridad a nivel regional. Varios prefectos se reunieron en las últimas horas con sus equipos y con alcaldes para reorganizar turnos, ajustar dispositivos y garantizar que los refuerzos sean efectivos durante todo el periodo festivo.

Un país con experiencia en alertas y dispositivos excepcionales

Francia cuenta con una trayectoria reciente marcada por episodios de violencia extremista que han llevado a reforzar de manera permanente su arquitectura de seguridad. Aunque las autoridades se muestran prudentes a la hora de relacionar amenazas actuales con atentados pasados, es evidente que el sistema de prevención francés se ha diseñado con base en una experiencia dura y acumulada.

Los sucesos de París en 2015, el ataque en Niza en 2016 y otros episodios aislados en años posteriores llevaron a reforzar los planes antiterroristas y a desarrollar nuevas capacidades de respuesta rápida. Desde entonces, el país ha activado en múltiples ocasiones el nivel más alto de su plan Vigipirate, el sistema nacional de alerta antiterrorista. El clima geopolítico y la creciente complejidad de las amenazas —incluida la radicalización en línea y la aparición de actores solitarios— mantienen a las autoridades en un estado de alerta casi permanente.

La función de los prefectos en este dispositivo es esencial: actúan como la primera línea de coordinación entre el Gobierno central y las fuerzas locales. El mensaje de Núñez subraya precisamente esta cadena de mando, recordando que los prefectos son responsables de implementar medidas adaptadas a las características de cada territorio, siempre en línea con las directrices nacionales.

Impacto en comerciantes y visitantes

Los operadores de los mercadillos navideños, aunque acostumbrados a convivir con un amplio dispositivo de seguridad, reconocen que la atmósfera de alerta tiene efectos no solo logísticos sino también psicológicos. Muchos vendedores han manifestado su preocupación por el posible descenso de visitantes, especialmente turistas extranjeros que podrían sentirse disuadidos por la intensificación de controles.

No obstante, la experiencia indica que los mercadillos navideños suelen mantener su atractivo incluso en contextos de alerta. Para numerosos visitantes, la presencia visible de agentes armados y la existencia de barreras de protección generan una sensación de seguridad adicional. Las autoridades insisten en este punto: los controles, lejos de ser una molestia, son una garantía de protección colectiva.

Algunos organizadores han implementado medidas complementarias, como la mejora de la iluminación en zonas periféricas, la disposición de personal de vigilancia privado y la difusión de mensajes informativos a través de aplicaciones municipales. El objetivo es transmitir calma sin minimizar la situación, animando al público a disfrutar de las festividades con normalidad pero de forma responsable.

Las ciudades más expuestas intensifican sus dispositivos

Si bien la alerta se extiende por igual a todo el país, algunas ciudades han decidido ir incluso más lejos que las recomendaciones del Ministerio del Interior. Estrasburgo, cuya tradición navideña es una de las más emblemáticas de Francia, ha implementado un dispositivo de vigilancia reforzado desde noviembre, consciente de su alta afluencia internacional.

En París, los mercadillos instalados en plazas emblemáticas, parques y zonas comerciales también han ajustado su seguridad. La capital ya contaba con un despliegue notable de policías, gendarmes y militares, pero los últimos días han visto un aumento particularmente visible en estaciones de tren y accesos a grandes bulevares.

Otras ciudades como Lyon, Lille, Rennes o Toulouse han adoptado estrategias mixtas que combinan controles fijos, patrullas móviles y una fuerte colaboración con seguridad privada. El objetivo compartido es detectar cualquier comportamiento sospechoso de manera temprana y prevenir incidentes mediante presencia disuasoria.

El desafío de mantener el equilibrio

El refuerzo de la seguridad siempre plantea un desafío para las autoridades: cómo proteger eficazmente sin generar una sensación de militarización excesiva del espacio público. Este equilibrio es especialmente delicado durante la Navidad, un periodo asociado tradicionalmente a la convivencia, la celebración y la actividad comercial.

Los expertos en seguridad consultados por medios franceses suelen coincidir en que el enfoque actual se basa en la prevención y la anticipación más que en la reacción. La idea central es que un despliegue visible no implica necesariamente un ambiente opresivo, siempre y cuando las medidas se implementen con sensibilidad y se comuniquen de manera transparente.

En este sentido, el correo de Núñez ha tenido un efecto secundario importante: ha alentado a las autoridades locales a mejorar su comunicación con la ciudadanía. Numerosos ayuntamientos han publicado guías prácticas en sus páginas oficiales explicando los controles previstos y recordando a los asistentes que la colaboración voluntaria ayuda a acelerar los accesos y a reducir molestias.

Perspectivas para las próximas semanas

El periodo navideño en Francia suele extenderse hasta comienzos de enero, y muchos mercadillos mantienen sus puestos abiertos más allá de la Nochevieja. Esto significa que el dispositivo reforzado se prolongará durante varias semanas y requerirá una rotación eficiente de equipos policiales para evitar el agotamiento operativo.

Las autoridades se muestran cautas pero firmes: la amenaza existe y debe tomarse en serio, pero no debe paralizar la vida pública. La instrucción de Núñez se interpreta como un recordatorio de que la seguridad durante eventos masivos es una responsabilidad compartida entre el Estado, los organizadores y los ciudadanos.

Por ahora, el ministerio insiste en que no hay motivo para interrumpir actividades ni para cancelar celebraciones. La recomendación es clara: disfrutar de las festividades con normalidad, siguiendo las indicaciones de seguridad y manteniendo una actitud atenta, sin caer en la alarma.

En definitiva, Francia afronta estas navidades bajo una luz distinta, marcada por la vigilancia constante pero también por la voluntad de preservar la esencia de unas fechas que representan unión, tradición y esperanza. Mientras las autoridades siguen de cerca la evolución del riesgo, los mercadillos continúan iluminando las calles del país, recordando que incluso en tiempos de preocupación, la vida colectiva sigue encontrando espacios para celebrar.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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