Enric Duran Giralt, conocido como el “Robin Hood de los bancos” o “Robin Bank”, es una figura que ha desafiado las convenciones del sistema financiero y político durante casi dos décadas. Su historia, marcada por la audacia, la controversia y un compromiso inquebrantable con el anticapitalismo, lo ha convertido en un símbolo para unos y en un delincuente para otros. Desde su acción de “expropiación” de casi medio millón de euros a bancos españoles en 2008 hasta su reciente encarcelamiento en Francia por presunto blanqueo de capitales, la trayectoria de Duran es un relato de resistencia, persecución y lucha por un mundo sin capitalismo. A continuación, exploramos su vida, sus motivaciones y su situación actual, un capítulo más en una biografía que parece escrita para cuestionar los cimientos del sistema.
Los orígenes de un activista
Enric Duran nació el 23 de abril de 1976 en Vilanova i la Geltrú, una localidad costera cerca de Barcelona. Hijo de una familia de clase media, desde joven mostró una mente brillante y un carácter introspectivo. Su madre, Fina Giralt, lo describe como un “calculín”, un niño excelente en matemáticas y física, pero también alguien que sufría bullying y prefería la soledad de los libros a las salidas con amigos. En su adolescencia, Duran encontró una pasión en el tenis de mesa, llegando a ser jugador profesional y entrenador, ayudando a reestructurar competiciones locales para hacerlas más equitativas. Sin embargo, su interés por la sociología y las ideas revolucionarias pronto lo alejó de las canchas.
A finales de los años noventa, influenciado por lecturas como las de Erich Fromm y Henry David Thoreau, Duran se sumergió en el movimiento por la justicia global, inspirado por los zapatistas en Chiapas y las protestas antiglobalización en Seattle. Abandonó sus estudios universitarios en sociología, descontento con el sistema educativo, y comenzó a conectarse con colectivos activistas. Fue en este contexto donde germinó su rechazo al capitalismo, al que veía como un sistema depredador que enriquecía a unos pocos a costa de la mayoría. Este rechazo no era solo teórico: Duran quería acciones concretas para desmantelarlo.
El golpe de 2008: “He robado 492.000 euros”
El 17 de septiembre de 2008, dos días después de la quiebra de Lehman Brothers, Enric Duran irrumpió en la escena pública con una acción que lo catapultaría a la fama. A través de una revista autoeditada llamada Crisi (Crisis en catalán), de la que distribuyó 200.000 ejemplares gratuitos, anunció que había “expropiado” 492.000 euros a 39 entidades bancarias españolas mediante 68 préstamos personales y comerciales. Su estrategia fue meticulosa: creó empresas fantasma, falsificó nóminas y documentos, y aprovechó los “agujeros negros” en el sistema de gestión de créditos del Banco de España para evitar que se detectara su endeudamiento masivo.
Duran no tenía intención de devolver el dinero. En su artículo titulado “He robado 492.000 euros a quienes más nos roban para denunciarlos y construir alternativas de sociedad”, explicó que su objetivo era triple: denunciar las prácticas especulativas de los bancos, financiar movimientos sociales anticapitalistas y abrir un debate sobre el sistema financiero. Parte de los fondos se destinó a la publicación de Crisi, otra a iniciativas como la Cooperativa Integral Catalana (CIC), una red de cooperativas que busca cubrir necesidades básicas como alimentación, vivienda y salud al margen del capitalismo, y el resto a otros proyectos sociales. Reservó 8.000 euros para su propio “autoexilio” en Brasil y Venezuela, anticipando represalias legales.
La acción de Duran generó reacciones polarizadas. Para algunos, era un héroe que había desenmascarado la avaricia bancaria; para otros, un estafador que ponía en riesgo la estabilidad financiera. Los medios lo apodaron “Robin Hood de los bancos”, aunque él rechazaba la etiqueta de “antisistema”, prefiriendo definirse como un activista por una sociedad sin Estado ni capitalismo. Sin embargo, la atención mediática que esperaba no llegó de inmediato, eclipsada por la crisis económica global y el desempleo en España.
Persecución, prisión y clandestinidad
El anuncio de Duran no pasó desapercibido para las autoridades. El 17 de octubre de 2008, 18 bancos lo denunciaron por impago, y en marzo de 2009 fue detenido en la Universidad de Barcelona mientras apoyaba una protesta estudiantil contra el Proceso de Bolonia. Acusado de estafa y falsedad documental, pasó dos meses en prisión preventiva en Can Brians, donde aprovechó para estudiar el sistema penitenciario y responder cartas de apoyo. Fue liberado en mayo de 2009 tras pagar una fianza de 50.000 euros recaudada por colectivos sociales.
En 2013, enfrentaba un juicio que podía condenarlo a ocho años de prisión. Sin embargo, Duran decidió no presentarse, alegando que el tribunal vulneraba su derecho a una defensa justa al rechazar sus testigos y pruebas. Enviado un apoderado al juzgado, anunció su “insumisión al sistema judicial” y se dio a la fuga, viviendo en la clandestinidad durante más de una década. Durante este tiempo, mantuvo una presencia activa en internet, promoviendo proyectos como la CIC y FairCoop, una cooperativa global con su propia criptomoneda que operó entre 2014 y 2022.
En 2023, la justicia española archivó su caso por prescripción de los delitos, lo que permitió a Duran salir parcialmente de las sombras. Sin embargo, su desconfianza hacia las autoridades persistió, y con razón: su pasado activista lo convirtió en un objetivo fácil para nuevas acusaciones.
El caso en Francia: ¿Blanqueo de capitales o persecución política?
El 10 de junio de 2024, la vida de Enric Duran dio un nuevo giro dramático. Fue detenido en París, en el alojamiento que había alquilado, y tras dos días en comisaría, ingresó en prisión preventiva en el centro penitenciario de Osny-Pontoise, a 40 kilómetros de la capital francesa. La acusación: presunto blanqueo de capitales por realizar intercambios de euros a criptomonedas con una persona que habría obtenido dinero mediante un fraude de comercio electrónico entre el 3 de junio y el 20 de agosto de 2024.
Duran y su defensa sostienen que se trata de un montaje para criminalizarlo. Según su relato, los intercambios ocurrieron entre noviembre de 2023 y abril de 2024, meses antes del supuesto fraude, y él desconocía el origen ilícito del dinero. Presentó como prueba las conversaciones mantenidas con el usuario a través de la plataforma Local Coinswap, pero asegura que la policía francesa se negó a revisarlas. Su abogada, Laura Ben Kemoun, denuncia que la justicia francesa está criminalizando el comercio P2P (entre particulares) de criptomonedas, una actividad legal pero no regulada, y que el activismo anticapitalista de Duran ha sido usado como prueba en su contra.
El caso ha generado controversia. Para sus seguidores, la detención es una venganza del sistema por su historial de desobediencia civil. Su madre, Fina Giralt, sospecha que la policía francesa lo seguía desde hace tiempo y aprovechó su pasado para incriminarlo. En noviembre de 2024, el Ministerio del Interior francés emitió una orden de expulsión contra Duran, calificándolo como “un peligro para la seguridad nacional”. Él interpreta esta medida como parte de una campaña antiinmigración del ministro Bruno Retailleau, más que como una acción dirigida específicamente contra él.
Duran compareció ante los tribunales de Nanterre el 27 y 30 de septiembre de 2024, y solicitó su libertad, pero sigue en prisión preventiva a la espera de una resolución. La falta de claridad jurídica sobre el comercio de criptomonedas y su historial como activista complican su defensa, y todo indica que podría pasar un tiempo considerable entre rejas.
Luces y sombras de un referente anticapitalista
La figura de Enric Duran no está exenta de críticas. Si bien muchos lo veneran como un símbolo de resistencia, otros cuestionan sus métodos y su gestión de recursos. En foros anarquistas, como los comentarios en el sitio Todo Por Hacer, se le acusa de haber estafado a activistas y colectivos en proyectos como FairCoop y Bank of the Commons, un banco virtual alternativo que no cumplió sus promesas. También se señala que su liderazgo en la CIC fue vertical y manipulador, generando desconfianza entre algunos socios. Estas acusaciones, aunque no están documentadas en detalle, reflejan las tensiones que su figura genera incluso dentro de los movimientos anticapitalistas.
A pesar de las críticas, Duran ha dejado un legado innegable. La CIC sigue activa, demostrando que es posible organizarse al margen del capitalismo, y sus publicaciones, como Crisi y Podemos, inspiraron debates sobre el sistema financiero. Su acción de 2008, aunque ilegal, expuso las vulnerabilidades de un sistema bancario que otorgaba créditos sin control, contribuyendo a la crisis económica global. El documental Robin Bank (2022), dirigido por Anna Giralt Gris, ofrece un retrato complejo de Duran, destacando su idealismo pero también su dificultad para conectar emocionalmente con los demás.
Situación actual y perspectivas
El 25 de mayo de 2025, Enric Duran salió en libertad de Osny-Pontoise a la espera de juicio, enfrentando una acusación que podría mantenerlo preso por un tiempo indeterminado. La orden de expulsión de Francia pende sobre él, y su futuro es incierto. Sigue defendiendo su inocencia y denunciando lo que considera una persecución política. Su caso ha movilizado a colectivos anarquistas y anticapitalistas, que ven en su detención un intento de silenciar a quienes desafían el statu quo.
La historia de Duran es un recordatorio de los riesgos de la desobediencia civil en un mundo donde los sistemas financieros y judiciales protegen sus propios intereses. A sus 49 años, sigue siendo un idealista dispuesto a sacrificar su libertad por sus convicciones, pero también un hombre atrapado por las consecuencias de sus acciones. Su vida plantea preguntas incómodas: ¿Es posible cambiar el sistema desde fuera? ¿Qué precio está dispuesto a pagar un activista por sus ideales? Mientras el mundo observa, Enric Duran escribe el próximo capítulo de una lucha que, para él, está lejos de terminar.
Nota: Las acusaciones contra Enric Duran no han sido probadas en un juicio justo, y su defensa sostiene que es víctima de una persecución política. Esta crónica se basa en fuentes disponibles y busca ofrecer un relato equilibrado de su trayectoria.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.