Mientras el sol se eleva sobre las calles de París, el rugido de las sirenas policiales y los cánticos de los manifestantes llenan el aire. Hoy, Francia vive un día de caos organizado: carreteras bloqueadas, estaciones de tren invadidas y ciudades enteras paralizadas. El movimiento ciudadano «Bloquons Tout» —Bloquemos Todo en español— ha convocado a una jornada de disrupción nacional que amenaza con eclipsar incluso las protestas de los Chalecos Amarillos. Con decenas de miles en las calles y casi 200 arrestos reportados hasta el mediodía, este fenómeno grassroots refleja un malestar profundo en la sociedad gala, exacerbado por la crisis política tras la caída del gobierno de François Bayrou y la designación de Sébastien Lecornu como nuevo primer ministro. Pero, ¿cómo surgió esta marea de indignación? ¿Cuáles son sus demandas? ¿Quiénes son sus seguidores? Y, sobre todo, ¿cuánto apoyo tiene en un país acostumbrado a la revuelta?
De las Redes Sociales a la Calle
El movimiento «Bloquons Tout» no nació en una asamblea sindical ni en un mitin político, sino en el vasto y anónimo mundo digital. Surgió a mediados de julio de 2025, en plena canícula veraniega, cuando un puñado de usuarios anónimos en plataformas como TikTok, Telegram y X comenzaron a compartir mensajes virales llamando a un «apagón nacional» para el 10 de septiembre. Inspirado en el lema «Bloquons Tout», el llamado inicial era simple: bloquear todo para protestar contra los recortes presupuestarios anunciados por el gobierno de Emmanuel Macron, que incluyen austeridad en pensiones, educación y salud pública.
A diferencia de movimientos previos como los Gilets Jaunes (2018-2019), que se organizaron alrededor de rotondas y peajes, «Bloquons Tout» es estrictamente descentralizado y sin líderes visibles. Sus organizadores rechazan explícitamente a sindicatos tradicionales como la CGT y a partidos políticos, incluyendo La France Insoumise (LFI) de izquierda radical y el Rassemblement National (RN) de Marine Le Pen. «Nosotros rechazamos las antenas sindicales, el RN, la LFI que no son el origen del movimiento», declararon en un comunicado viral en RMC. Esta postura antisistema ha permitido que el movimiento crezca orgánicamente: de unos pocos miles de interacciones en redes a más de 1,6 millones de publicaciones en X en las últimas semanas, según datos de Visibrain.
El contexto político fue el catalizador perfecto. Tras las elecciones legislativas de julio de 2025, que dejaron un parlamento fragmentado sin mayoría clara, Macron nombró a Bayrou como primer ministro interino. Sin embargo, su gobierno minoritario colapsó esta semana en una moción de censura, intensificando el descontento. El movimiento se alimentó de la frustración por la inestabilidad: Macron ha tenido cinco primeros ministros en 18 meses, y sus oponentes exigen su dimisión o impeachment. En chats encriptados y grupos de Telegram, los activistas planificaron acciones sin jerarquías, evocando un «revuelta digital» que, según analistas, podría ser más caótica que sus predecesores.
Contra la Austeridad y el Sistema
Las demandas de «Bloquons Tout» son amplias y radicales, reflejando un rechazo general al «viejo mundo» político. En el centro está la oposición a los planes de austeridad: recortes en el presupuesto nacional para reducir el déficit, que incluyen congelación de salarios públicos, reducción de subsidios y reformas fiscales que graban más a la clase media. Los manifestantes ven esto como un ataque a los servicios esenciales, exacerbado por la inflación pospandemia y la crisis energética.
Pero las reivindicaciones van más allá: llaman a un cambio de régimen, el impeachment de Macron y elecciones anticipadas. Encuestas de Harris Interactive revelan que el 70% de los franceses apoyan manifestaciones contra la austeridad, y un 20% considera legítima la violencia como forma de expresión política. El movimiento también denuncia la «desigualdad» y el «infierno fiscal», simbolizado por planes de reunirse frente a oficinas de la URSSAF (agencia de seguridad social). Rechazan cualquier cooptación por partidos, insistiendo en que es un «movimiento ciudadano puro».
En foros en línea, se discuten temas como la justicia climática, el antirracismo y la defensa de los derechos laborales, aunque sin un programa unificado. Esto lo hace inclusivo pero también vulnerable a divisiones internas. Como señaló Tristan Mendès France, experto en extremismos, el movimiento enfrenta el riesgo de ser «gaseoso» sin una base clara o ser absorbido por LFI o RN, alienando a la mitad de sus simpatizantes.
Perfil de los Seguidores: Una Mezcla Heterogénea
¿Quiénes son los que responden a la acción? El perfil de los seguidores es diverso, pero con un núcleo izquierdista y juvenil. Muchos provienen de los Gilets Jaunes, trabajadores precarios y residentes de periferias rurales o suburbanas que se sienten ignorados por París. Jóvenes estudiantes y desempleados forman una parte significativa: en París, grupos de adolescentes han bloqueado accesos a autopistas, mientras que en Chambéry, ciclistas han perturbado el tráfico de manera pacífica.
Encuestas muestran que el 63% de los franceses apoyan el movimiento, con mayor respaldo entre la izquierda (hasta 70% en algunos sondeos). Incluye obreros, profesores, sanitarios y hasta artistas, aunque el sector cultural ha sido criticado por su ausencia relativa. En asambleas generales, como la de La Villette en París, cientos se reúnen para planificar, desde ciudades grandes hasta pueblos pequeños. Mujeres y minorías étnicas están presentes, pero el movimiento es mayoritariamente blanco y de clase media-baja. Su anonimato digital atrae a quienes temen represión, pero también genera preocupaciones sobre infiltrados extremistas.
Del Bloqueo al Enfrentamiento
Hoy, 10 de septiembre, Francia está paralizada. Desde tempranas horas, manifestantes han erigido barricadas en rotondas, invadido la Gare du Nord en París y bloqueado autopistas en Rennes, Bordeaux y Nantes. En París, choques con la policía han dejado escenas de fuego y gases lacrimógenos, con manifestantes frente al Ministerio del Interior. La policía ha arrestado a casi 200 personas, 105 en todo el país, mientras 80.000 agentes se despliegan.
Las acciones varían: bloqueos de supermercados, boicots a empresas y huelgas en transportes. En Montpellier, cientos se congregaron en la Place de la Comédie. Organizaciones como el World Socialist Web Site reportan huelgas sindicales para la próxima semana, amplificando el momentum. Aunque mayoritariamente pacíficas, como las protestas en bicicleta, la violencia ha escalado en urbes grandes, recordando los Gilets Jaunes, pero con mayor uso de tecnología para coordinar.
El impacto es masivo: tráfico interrumpido, trenes cancelados y aeropuertos afectados. Viajeros internacionales han sido advertidos, y el movimiento planea extenderse más allá de hoy.
Apoyo Masivo pero con Preocupaciones
Pese al caos, «Bloquons Tout» goza de amplia aceptación. Dos de cada tres franceses lo apoyan, según Harris Interactive, y el 70% quiere protestas contra la austeridad. Figuras como Valérie Hayer, presidenta de Renew Europe, lo ven «preocupante» por su falta de canales electorales, pero admiten que refleja un «ras-le-bol» general.
Sindicalistas militantes lo respaldan, planeando huelgas el 18 de septiembre. Medios como Le Monde y Libération lo comparan con Gilets Jaunes, notando su potencial para crecer. Sin embargo, hay críticas: algunos temen que derive en violencia incontrolable, y Fitch podría rebajar la calificación crediticia de Francia el 12 de septiembre, elevando costos de endeudamiento.
En regiones rurales, el apoyo es alto por el sentimiento anti-París; en ciudades, divide opiniones entre quienes sufren disrupciones y quienes simpatizan. Internacionalmente, se ve como un eco de revueltas globales contra la desigualdad.
¿El Principio de una Revolución?
«Bloquons Tout» no es solo una protesta; es un síntoma de una Francia fracturada, donde la confianza en instituciones se erosiona. Con 100.000 esperados en las calles y un gobierno en crisis, podría forzar concesiones o escalar a algo mayor. Como profetizó el predicador Kim Clement, «Comenzará en Francia… y se llamará una revolución». El futuro es incierto, pero una cosa es clara: los franceses han redescubierto su poder en la calle.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.





