En el corazón del distrito de Nou Barris, uno de los más humildes y diversos de Barcelona, se encuentra el Parque Central, un espacio que debería ser un pulmón verde y un lugar de encuentro para familias, niños y vecinos. Sin embargo, en los últimos años, este entorno ha perdido su esencia de convivencia y seguridad, transformándose en un escenario de preocupación para los residentes. La presencia de un Centro de Primera Acogida ubicado en un edificio del antiguo hospital mental, junto a la sede de la Guardia Urbana, ha generado una serie de problemas que han desatado el malestar vecinal. Desde acampadas en espacios públicos hasta actos de incivismo, tráfico de drogas y agresiones, los habitantes de Nou Barris claman por soluciones urgentes ante una situación que, según ellos, “ha destrozado el barrio”.

Un Barrio con Historia y Lucha

Nou Barris, situado en el norte de Barcelona, es conocido por su pasado de luchas vecinales y obreras. Desde los años 60 y 70, los residentes de este distrito han trabajado incansablemente para mejorar sus condiciones de vida, enfrentándose a la marginación y la falta de recursos. Barrios como Ciutat Meridiana, Torre Baró o Les Roquetes han sido testigos de movilizaciones históricas que lograron avances como el acceso a agua corriente, electricidad y mejores infraestructuras. Sin embargo, a pesar de estas conquistas, Nou Barris sigue siendo uno de los distritos más pobres de la ciudad, con un índice de renta familiar significativamente más bajo que la media barcelonesa.

El Parque Central de Nou Barris, inaugurado como un espacio para revitalizar el distrito, representa un esfuerzo por ofrecer un lugar de esparcimiento y cohesión social. Con sus áreas verdes, pistas deportivas y zonas infantiles, el parque debería ser un símbolo de orgullo para los vecinos. Sin embargo, la realidad actual dista mucho de esta visión idílica. Los residentes denuncian que el entorno se ha degradado, convirtiéndose en un foco de inseguridad y conflictos que afectan la calidad de vida de quienes lo frecuentan.

El Centro de Primera Acogida

En uno de los edificios del antiguo hospital mental, un vestigio de la historia del distrito, opera un Centro de Primera Acogida que ha sido señalado como el epicentro de los problemas. Este albergue, destinado a personas sin hogar y migrantes en situación vulnerable, ha generado tensiones debido a la conducta de algunos de sus usuarios. Según los vecinos, lo que inicialmente fue una iniciativa bienintencionada se ha transformado en un foco de incivismo y delincuencia.

Los testimonios de los residentes son contundentes. “Algunos de ellos acampan en los portales, tienden la ropa en los jardines y utilizan los espacios públicos como si fueran su casa”, relata María, una vecina de 45 años que vive cerca del Parque Central. “No es solo la suciedad, es la sensación de inseguridad. Hay personas que van drogadas, como zombis, y en más de una ocasión han amenazado a quienes pasan por ahí”. Estas quejas se repiten en las asociaciones vecinales y en las redes sociales, donde los residentes expresan su frustración por la falta de acción de las autoridades.

El problema no es nuevo. Desde al menos 2018, se han documentado incidentes relacionados con el albergue, incluyendo agresiones a agentes de la Guardia Urbana. Un caso notable ocurrió el 8 de enero de ese año, cuando dos policías fueron atacados por un usuario del centro. Más recientemente, el sindicato CSIF denunció un apuñalamiento entre residentes del albergue, además de actos vandálicos como destrozos en vehículos particulares y mobiliario urbano. La proximidad de la comisaría de la Guardia Urbana, ubicada en el mismo complejo del antiguo hospital, no parece haber disuadido estas conductas, lo que ha llevado a los vecinos a cuestionar la efectividad de las fuerzas de seguridad.

La Degradación del Parque Central

El Parque Central, diseñado como un espacio para el disfrute de los niños y las familias, se ha convertido en un lugar donde muchos prefieren no transitar, especialmente al caer la noche. Los vecinos denuncian que las áreas verdes han sido ocupadas por acampadas improvisadas, con tiendas de campaña, ropa tendida y residuos esparcidos por el césped. “Es un parque para nuestros hijos, pero ahora da miedo llevarlos”, lamenta Javier, un padre de familia de Les Roquetes. “Los jardines están sucios, hay jeringuillas y botellas rotas. No es un lugar seguro”.

El tráfico de drogas es otra preocupación recurrente. Según fuentes vecinales, se han observado transacciones de estupefacientes en los alrededores del albergue y el parque, lo que contribuye a la percepción de inseguridad. En algunos casos, los residentes han reportado amenazas directas por parte de personas bajo los efectos de sustancias, lo que ha generado un clima de tensión constante. “No se trata de estigmatizar a nadie”, aclara Ana, presidenta de una asociación vecinal. “Sabemos que muchas personas en el albergue necesitan ayuda, pero también necesitamos que se controle la situación para que el barrio no pague las consecuencias”.

La Respuesta de las Autoridades: ¿Suficiente o Insuficiente?

La indignación de los vecinos se dirige, en gran medida, a la aparente dejadez de las autoridades. A pesar de las protestas y las denuncias, las medidas tomadas hasta ahora han sido insuficientes para abordar el problema de raíz. En junio de 2025, cientos de residentes se manifestaron bajo el lema “Seguridad, limpieza y civismo. Queremos vivir en paz”, exigiendo al Ayuntamiento de Barcelona soluciones concretas. La marcha, que comenzó en la plaza Major de Nou Barris y culminó en la plaza de la República, reflejó el hartazgo de una comunidad que se siente abandonada.

En respuesta a la presión vecinal, el consistorio ha implementado algunas medidas, como un aumento en la presencia policial y operativos de limpieza en el parque. Según un comunicado reciente del Ayuntamiento, también se han reactivado las fuentes públicas y se ha intensificado el control de las acampadas. Sin embargo, los vecinos señalan que estas acciones son paliativas y no resuelven el problema estructural. “Es como poner una tirita en una herida abierta”, afirma Carlos, un comerciante local. “Mientras el albergue siga generando estos conflictos, el barrio no va a mejorar”.

El sindicato CSIF ha propuesto reubicar el Centro de Primera Acogida a una zona menos transitada, argumentando que su ubicación actual, cerca de una biblioteca, un colegio y un centro de atención a mujeres maltratadas, agrava los problemas de convivencia. Además, han señalado la falta de efectivos en la Guardia Urbana, estimada entre 400 y 900 agentes, como un obstáculo para garantizar la seguridad en el distrito. “No tenemos las herramientas necesarias para enfrentarnos a esta situación”, explica un representante sindical. “Necesitamos más recursos y una estrategia clara”.

La Voz de los Vecinos

Las asociaciones vecinales de Nou Barris, como las de La Prosperitat, Les Roquetes y Ciutat Meridiana, han sido fundamentales en canalizar las demandas de los residentes. Estas organizaciones, con una larga tradición de activismo, han organizado asambleas, manifestaciones y campañas en redes sociales para visibilizar la crisis. En un editorial reciente, la Asociación de Vecinos del Turó de la Peira calificó la situación como una “capitulación de la autoridad”, cuestionando la falta de respuestas efectivas por parte del Ayuntamiento.

En las redes sociales, plataformas como @HelpNouBarris y @AvvTuro han amplificado las quejas de los vecinos, compartiendo imágenes de acampadas, destrozos y basura acumulada en el Parque Central. “Gracias a la presión vecinal, hemos conseguido algo de atención, pero no es suficiente”, señala un mensaje de @HelpNouBarris. Por su parte, políticos locales como Daniel Sirera y representantes de partidos como Vox han utilizado el tema para exigir medidas más contundentes, incluyendo el cierre del albergue o la deportación de personas que cometan delitos.

Sin embargo, no todos los discursos son unánimes. Algunos vecinos y colectivos advierten contra la estigmatización de los usuarios del albergue, muchos de los cuales son personas en situación de extrema vulnerabilidad. “No se trata de culpar a los migrantes o a los sintecho”, explica Marta, una trabajadora social del distrito. “Lo que necesitamos es una gestión responsable que combine la ayuda social con el control del espacio público”.

Hacia una Solución Integral

La crisis en Nou Barris pone de manifiesto la complejidad de abordar problemas sociales en un contexto de desigualdad y exclusión. Por un lado, el Centro de Primera Acogida cumple una función esencial al ofrecer refugio a personas sin hogar y migrantes, pero su gestión inadecuada ha generado externalidades negativas que afectan a todo el barrio. Por otro lado, la falta de recursos policiales y la dejadez en el mantenimiento de los espacios públicos han exacerbado la percepción de inseguridad.

Para resolver esta situación, los expertos sugieren un enfoque integral que combine varias estrategias. En primer lugar, es crucial mejorar la gestión del albergue, implementando controles más estrictos sobre los residentes conflictivos y ofreciendo programas de integración y apoyo social. En segundo lugar, el Ayuntamiento debe invertir en la limpieza y mantenimiento del Parque Central, garantizando que vuelva a ser un espacio seguro y acogedor para las familias. Finalmente, es necesario reforzar la presencia policial y dotar a la Guardia Urbana de los recursos necesarios para responder a los incidentes de manera efectiva.

Nou Barris no es un caso aislado. Otros barrios de Barcelona, como el Raval o Ciutat Meridiana, enfrentan problemas similares de inseguridad, incivismo y exclusión social. La solución no pasa por criminalizar a los más vulnerables, sino por construir políticas públicas que equilibren la ayuda social con la convivencia vecinal. Mientras tanto, los residentes de Nou Barris seguirán luchando por recuperar su barrio, un espacio que, con esfuerzo y voluntad, podría volver a ser el orgullo de la comunidad.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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