Comienza un genocidio… es el 7 de abril de 1994. Miles de ruandeses de la etnia tutsi buscan refugio en hospitales, colegios o iglesias, que se convirtieron en ideados baluartes donde salvar la vida, aunque en realidad se convirtieron en auténticas pesadillas. Los lugares sagrados eran la mayor trampa y cientos de miles de tutsis que buscaban allí refugio murieron a manos de sacerdotes, clérigos y monjas.
Justo el día anterior, el presidente Juvénal Habyarimana, de la etnia hutu, muere después de que el avión presidencial en el que viajaba con su homólogo de Burundi fuera alcanzado por un misil, presumiblemente lanzado por rebeldes tutsis, liderados por el ahora presidente Paul Kagamé. Esto fue el detonante de la cacería humana: el genocidio de Ruanda.
Ahora, 22 años después, la Iglesia Católica reconoce su culpa en el Genocidio de Ruanda y pide perdón. En el texto leído este pasado mes de noviembre en todas las iglesias ruandesas, se reconoce que miembros de la Iglesia planearon, ayudaron y llevaron a cabo el genocidio en el que más de 800.000 tutsis y hutus moderados fueron asesinados a manos de hutus extremistas.
“Pedimos perdón por todos los males que cometió la Iglesia. Nos disculpamos en nombre de todos los cristianos por todos los errores que hemos cometido. Lamentamos que hubiera miembros de la Iglesia que violaron su juramento de fidelidad a los mandamientos de Dios”, decía el texto.
“Perdónanos por los crímenes de odio en el país en la medida en la que odiábamos a nuestros compañeros por su origen étnico. No demostramos que éramos una familia, si no que nos matamos entre nosotros”, explicaba la declaración.
Hasta ahora, la Iglesia Católica se negaba a reconocer su complicidad en el genocidio, aludiendo a que los funcionarios de la iglesia que cometieron los crímenes obraron de manera individual.
El país no olvida su historia y actualmente en el Kigali Genocide Memorial Centre se puede acceder a datos, recortes de prensa, testimonios de los supervivientes y todo tipo de pruebas que ofrecen al visitante una completa información sobre el genocidio y reconocimiento de su pasado para que no se repita en el futuro.
Cien días de sangre y machetes que acabaron con la vida de casi un millón de personas, más de 800.000 personas, entre la minoría tutsi y los ciudadanos hutus que se oponían a la masacre, fueron brutalmente asesinados en 1994.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.