En las elecciones europeas de junio de 2024, un patrón inesperado emergió en las urnas españolas: los jóvenes, tradicionalmente alineados con opciones progresistas, mostraron un viraje hacia la derecha, especialmente entre los varones. Vox, el partido de ultraderecha, captó un apoyo significativo entre hombres de 18 a 34 años, mientras que las mujeres de la misma franja etaria se inclinaron hacia formaciones de izquierda como Sumar o el PSOE. Este fenómeno no es exclusivo de España; se replica en Francia, Alemania y Países Bajos, donde partidos como el Reagrupamiento Nacional (RN), Alternativa para Alemania (AfD) y el Partido por la Libertad (PVV) han ganado terreno entre la juventud masculina. Sin embargo, en nuestro país, la mezcla de precariedad económica, bloqueo vital, desafección política y una intensa batalla cultural añade matices únicos.

El Panorama en España: Un Voto Juvenil Fragmentado por Género

Históricamente, los jóvenes españoles han sido un bastión de la izquierda. En las elecciones generales de 2019, el PSOE y Unidas Podemos dominaban entre los votantes menores de 35 años. Pero los comicios de 2023 y las europeas de 2024 revelan un cambio drástico. Según un estudio del London School of Economics, el apoyo al extremo derecho entre jóvenes varones españoles ha crecido un 15% en los últimos cinco años, superando al de las mujeres en un margen de hasta 20 puntos porcentuales. En Andalucía, Vox irrumpió en 2018 captando votos juveniles desencantados con el bipartidismo, y para 2024, su base entre hombres jóvenes se consolidó en regiones como Madrid y Cataluña.

La polarización por género es evidente. Un informe de la Universidad Pompeu Fabra destaca que, mientras las jóvenes mujeres priorizan temas como la igualdad de género y el cambio climático —inclinándose hacia partidos verdes o socialistas—, los varones jóvenes se sienten atraídos por discursos que enfatizan la soberanía nacional, la economía y la crítica al «wokismo». Encuestas del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) postelectorales de 2023 muestran que el 28% de hombres de 18-24 años votaron a la derecha o ultraderecha, frente al 12% de mujeres. Este «gender youth gap» no es solo electoral; se extiende a actitudes culturales, donde los jóvenes varones expresan mayor escepticismo hacia el feminismo y la diversidad.

Expertos como Toni Rodon, profesor de Ciencias Políticas en la UPF, atribuyen este giro a una «desilusión generacional». En entrevistas para estudios como el de la Foundation for European Progressive Studies (FEPS), jóvenes de entornos desfavorecidos en España reportan una desconexión con la política tradicional, viendo en la derecha una alternativa «anti-sistema». Pero, ¿qué impulsa específicamente a los varones?

Un Fenómeno Europeo: Paralelismos en Francia, Alemania y Países Bajos

España no está sola. En Francia, el RN de Marine Le Pen y Jordan Bardella captó el 31% del voto juvenil en las europeas de 2024, con un predominio masculino. Jóvenes varones franceses, especialmente en áreas rurales y periurbanas, apoyan políticas antiinmigración y proteccionistas, citando inseguridad económica como factor clave. En Alemania, la AfD ha ganado popularidad entre hombres jóvenes, con un 16% de apoyo en las elecciones estatales de 2024 en Turingia y Sajonia. Un reportaje de la BBC destaca que estos votantes, a menudo de clase trabajadora, se sienten marginados por la globalización y la transición verde.

En Países Bajos, el PVV de Geert Wilders triunfó en 2023 con un 23% de escaños, atrayendo a jóvenes varones desencantados con la coalición liberal. Estudios del European Council on Foreign Relations indican que el 25% de hombres holandeses de 18-29 años apoyan a la ultraderecha, frente al 10% de mujeres. Común a estos países es la precariedad: tasas de desempleo juvenil por encima del 20% en Francia y España, y un mercado laboral inestable en Alemania y Países Bajos. Sin embargo, en España, el impacto es más agudo debido a la herencia de la crisis de 2008, que dejó a una generación con contratos temporales y salarios bajos.

Un análisis de Carnegie Europe subraya que, aunque la inmigración es un tema recurrente, en España los jóvenes priorizan vivienda y empleo sobre migración, diferenciándose de Francia o Alemania, donde el discurso antiislámico es más central. Esta variación local resalta cómo el contexto nacional modula un trend europeo.

La Precaridad Económica: El Motor Principal del Desplazamiento

La Gran Recesión de 2008-2014 marcó a la juventud española. Hoy, el desempleo juvenil ronda el 28%, el más alto de la UE, con un 70% de contratos temporales entre menores de 30 años. Un estudio de la revista Societies analiza cómo esta precariedad fomenta una «politicización crítica», donde los jóvenes ven en la derecha una promesa de estabilidad económica. En regiones como Andalucía o Valencia, Vox capitaliza el resentimiento contra políticas de subsidios que perciben como ineficaces.

La vivienda agrava el problema. El precio medio de alquiler en Madrid o Barcelona supera los 1.000 euros, inalcanzable para salarios juveniles de 900-1.200 euros. El Observatorio de Emancipación del Consejo de la Juventud de España reporta que solo el 16% de jóvenes menores de 30 años viven independientes, frente al 30% europeo. Esta «trampa de la temporalidad» —como la denomina un artículo en el International Journal of Social Welfare— empuja a los varones jóvenes, a menudo en sectores precarios como la construcción o la hostelería, hacia discursos que critican la «burocracia izquierdista» y promueven el libre mercado.

La FEPS concluye que esta precariedad limita el tiempo y recursos para participación política, fomentando un voto reactivo hacia opciones que prometen «mano dura» económica. En contraste con mujeres jóvenes, que acceden más a empleos en servicios públicos, los varones sienten mayor exposición a la competencia laboral, amplificando su giro derechista.

Bloqueo Vital y Desafección Política: La Frustración Acumulada

El «bloqueo vital» —dificultad para formar familias, acceder a hipotecas o planificar el futuro— es otro pilar. Un informe de Springer revela que jóvenes españoles perciben su situación como «precaridad subjetiva», generando ansiedad y resentimiento. Encuestas de Eurobarometer muestran que el 60% de jóvenes varones españoles desconfían en instituciones como el Congreso, viendo en la derecha una alternativa «auténtica».

Esta desafección se acentúa por la percepción de que la izquierda ha fallado en promesas como la Garantía Juvenil de la UE, implementada en España desde 2014 pero criticada por su ineficacia. Jóvenes en focus groups de la UPF expresan frustración: «La política no nos representa; Vox al menos dice las cosas claras».

La Batalla Cultural: Masculinidad en Crisis y el Rol de las Redes

Quizá el matiz más distintivo sea la batalla cultural. En Europa, la «crisis de masculinidad» impulsa a jóvenes varones hacia la derecha. Podcasts del «manosphere» —como los de Joe Rogan o equivalentes europeos— promueven narrativas anti-feministas, atrayendo a hombres que se sienten «villanizados» por el progresismo. En España, influencers en TikTok y YouTube amplifican discursos sobre «feminismo radical» y «pérdida de valores tradicionales», resonando con varones jóvenes.

Un análisis en The New Yorker explica cómo esta cultura «guerrera» de la derecha ofrece un sentido de comunidad y empoderamiento a hombres en crisis económica y social. En Alemania y Francia, la AfD y RN explotan ansiedades sobre identidad masculina, migración y roles de género. En España, Vox integra esto con críticas al «adoctrinamiento LGTBI» en escuelas, ganando adeptos entre varones que perciben una «guerra cultural» contra la masculinidad tradicional.

Estudios como el de The Growth Equation destacan datos alarmantes: mayor tasa de suicidio y abandono escolar entre jóvenes varones, exacerbando su vulnerabilidad a narrativas derechistas. Sin embargo, expertos advierten que este shift podría ser temporal; datos de American Survey Center sugieren que muchos jóvenes varones se identifican como moderados, no extremistas.

El viraje derechista de los jóvenes varones en España, enmarcado en un contexto europeo, es un síntoma de fallos sistémicos: precariedad que bloquea vidas, desafección que erosiona la democracia y batallas culturales que polarizan géneros. Mientras la izquierda lucha por reconectar —a través de políticas de vivienda y empleo juvenil—, la derecha capitaliza el descontento. Si no se abordan estas raíces, este giro podría consolidarse, redefiniendo el paisaje político. Como señala un informe de Blavatnik School of Government, ignorar a la «Generación Z» masculina es un riesgo para la democracia europea.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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