La llamada de lo salvaje (1903), de Jack London, es una de las obras más emblemáticas de la literatura estadounidense, un relato visceral que trasciende el género de la aventura para convertirse en una profunda exploración de la naturaleza, la supervivencia y la relación entre el hombre y el mundo salvaje. Escrita en el apogeo del naturalismo literario, esta novela corta combina una narrativa absorbente con una reflexión filosófica sobre la lucha por la existencia y el instinto primal que subyace en todos los seres vivos. A lo largo de sus páginas, London no solo cuenta la historia de Buck, un perro domesticado que regresa a su esencia salvaje, sino que también ofrece un comentario sobre la civilización, la brutalidad y la libertad.

Contexto y relevancia histórica

Publicada en 1903, La llamada de lo salvaje surge en un momento de grandes transformaciones sociales y culturales en Estados Unidos. La fiebre del oro de Klondike, que atrajo a miles de personas al Yukón en busca de fortuna, sirve como telón de fondo de la novela. Jack London, quien vivió en carne propia las penurias de esta región como buscador de oro, imbuye la obra con una autenticidad que se refleja en sus descripciones crudas y detalladas del paisaje helado y la lucha por la supervivencia. Además, el texto se enmarca en el movimiento naturalista, influenciado por autores como Émile Zola y Charles Darwin, que enfatizaba el determinismo, la lucha por la existencia y el impacto del entorno en los individuos. En este sentido, La llamada de lo salvaje no es solo una historia de aventuras, sino una meditación sobre las fuerzas biológicas y ambientales que moldean la vida.

La novela también refleja las tensiones de su tiempo, como la industrialización y la urbanización, que contrastan con el anhelo de un retorno a lo primitivo. Buck, el protagonista canino, encarna esta dualidad: comienza como un animal domesticado en una vida cómoda en California y termina como un líder en la salvaje tundra del Yukón. Esta transformación resuena con las ideas de London sobre la lucha de clases y la supervivencia del más apto, influenciadas por su interés en el socialismo y las teorías de Darwin y Nietzsche.

Estructura y estilo narrativo

La estructura de La llamada de lo salvaje es lineal, siguiendo la transformación de Buck desde su vida en una finca en el valle de Santa Clara hasta su completa integración en la naturaleza salvaje. La novela está dividida en siete capítulos, cada uno de los cuales marca una etapa en el viaje de Buck, tanto geográfico como psicológico. Esta progresión narrativa es efectiva porque permite al lector seguir el desarrollo del personaje de manera clara, mientras London introduce elementos de tensión y conflicto que mantienen el ritmo dinámico.

El estilo de London es directo, vigoroso y evocador, con una prosa que combina precisión naturalista con un lirismo que captura la majestuosidad de la naturaleza. Su uso de la perspectiva de Buck como narrador focal es particularmente notable, ya que humaniza al perro sin antropomorfizarlo en exceso. London logra que el lector experimente el mundo a través de los sentidos de Buck —el olor del bosque, el frío del hielo, el hambre voraz— sin perder de vista que se trata de un animal. Por ejemplo, en pasajes como “Había una llamada en lo profundo del bosque, que lo atraía, misteriosa, irresistible”, London utiliza un lenguaje poético para transmitir la atracción instintiva de Buck hacia lo salvaje, mientras mantiene la crudeza de su lucha por la supervivencia.

El autor también emplea un tono que oscila entre lo épico y lo trágico. Las descripciones del Yukón son casi míticas, con imágenes de un paisaje implacable que actúa como un personaje más en la novela. Sin embargo, London no idealiza la naturaleza; la presenta como un espacio de belleza brutal, donde la supervivencia depende de la fuerza, la astucia y la adaptación. Esta dualidad se refleja en frases como: “Mata o te matarán, come o te comerán; esa era la ley”. Aquí, London sintetiza la filosofía naturalista que impregna la obra, mostrando la vida como una lucha constante.

Temas principales

Uno de los temas centrales de La llamada de lo salvaje es la lucha entre la civilización y lo salvaje. Buck comienza como un perro domesticado, viviendo una vida de comodidad en la casa de un juez en California. Sin embargo, tras ser robado y vendido como perro de trineo, se ve obligado a adaptarse a un entorno hostil donde las reglas de la civilización no tienen cabida. Este proceso de “des-civilización” no es presentado como una pérdida, sino como un retorno a un estado más auténtico y poderoso. London sugiere que la domesticación es una capa superficial que reprime los instintos primarios, y que, en última instancia, la verdadera fuerza reside en la conexión con lo salvaje.

Otro tema importante es el concepto de la supervivencia del más apto, inspirado en las ideas darwinianas. Buck aprende rápidamente que, en el Yukón, solo los más fuertes y astutos sobreviven. A través de su experiencia, London explora la idea de que la adaptación al entorno es esencial para la supervivencia, pero también plantea preguntas éticas sobre la brutalidad inherente a este proceso. Por ejemplo, la muerte de otros perros, como Curly, a manos de la manada, ilustra la crueldad de la ley natural, mientras que el ascenso de Buck como líder refleja su capacidad para abrazar esa misma crueldad cuando es necesario.

La relación entre el hombre y el animal es otro eje temático. A lo largo de la novela, Buck interactúa con una variedad de humanos, desde los crueles tratantes de perros hasta el bondadoso John Thornton. Este último representa un ideal de compañerismo y respeto mutuo entre el hombre y el animal, y su relación con Buck es uno de los momentos más emotivos de la obra. Sin embargo, incluso este vínculo se rompe cuando Buck responde al llamado de lo salvaje, sugiriendo que la lealtad a los instintos naturales supera cualquier conexión con la humanidad.

Personajes y simbolismo

Buck es, sin duda, el corazón de la novela. Como protagonista, es un personaje complejo cuya evolución refleja los temas centrales de la obra. Al principio, es un perro orgulloso pero ingenuo, acostumbrado a una vida de privilegios. A medida que enfrenta las duras realidades del Yukón, desarrolla fuerza, inteligencia y un instinto de liderazgo que lo convierten en una figura casi mítica. Buck no es solo un perro; es un símbolo del espíritu humano y animal, atrapado entre la domesticación y la libertad.

Los personajes humanos, aunque secundarios, cumplen funciones simbólicas. Los tratantes de perros representan la crueldad y la explotación del mundo civilizado, mientras que John Thornton encarna la bondad y la posibilidad de una relación armoniosa con la naturaleza. Otros perros, como Spitz, el rival de Buck, sirven como contrapuntos que resaltan su transformación. Spitz, por ejemplo, es un reflejo de lo que Buck podría haber sido si no hubiera desarrollado su inteligencia y adaptabilidad.

El paisaje del Yukón también actúa como un personaje simbólico. Es un lugar de pruebas, un crisol donde se forjan o se destruyen los caracteres. London utiliza el entorno para simbolizar tanto la libertad como la indiferencia de la naturaleza, un tema recurrente en el naturalismo.

Relevancia contemporánea

A más de un siglo de su publicación, La llamada de lo salvaje sigue siendo relevante por su exploración de temas universales como la libertad, la identidad y la lucha por la supervivencia. En un mundo cada vez más urbanizado y tecnificado, la novela invita a reflexionar sobre nuestra desconexión con la naturaleza y los instintos que aún laten bajo la superficie de la civilización. Además, su crítica implícita al capitalismo y la explotación —evidente en el trato cruel hacia los perros de trineo— resuena en debates contemporáneos sobre la ética en el trabajo y el medio ambiente.

La obra también ha inspirado numerosas adaptaciones, desde películas hasta series, lo que demuestra su capacidad para capturar la imaginación de nuevas generaciones. Sin embargo, algunas críticas modernas han señalado que la visión de London sobre la naturaleza y el “retorno a lo salvaje” puede romantizar la brutalidad y pasar por alto las complejidades de la vida moderna. A pesar de esto, la fuerza de su narrativa y la universalidad de sus temas aseguran que la novela siga siendo un clásico atemporal.

La llamada de lo salvaje es una obra maestra del naturalismo que combina una narrativa emocionante con una profunda reflexión filosófica. A través de la transformación de Buck, Jack London explora la tensión entre la civilización y lo salvaje, la lucha por la supervivencia y la búsqueda de la libertad. Su estilo evocador, su estructura bien construida y sus personajes memorables hacen de esta novela una experiencia literaria inolvidable. Para los lectores modernos, la obra ofrece no solo una aventura épica, sino también una oportunidad para reflexionar sobre nuestra relación con la naturaleza y los instintos que nos definen. En Revista Rambla, La llamada de lo salvaje merece ser celebrada como un texto que, más de cien años después, sigue resonando con fuerza y relevancia.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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