¿Cuántos más palestinos tienen que morir para desvelar a un falso profeta?

1. Introducción: el periodista en Delfos

Un periodista moderno recorre las ruinas del antiguo Oráculo de Delfos, cámara de sabiduría y misterio. Entre columnas derruidas y símbolos tallados en piedra, una pitonisa lo llama: “He visto tu llegada. Traigo un artículo que debes conocer… pero cuidado: revelar su contenido podría considerarse secreto de Estado.” La pitonisa despliega ante él un pergamino digital: su lectura no solo promete comprender a Benjamin Netanyahu desde la perspectiva nietzscheana, sino también develar los hilos invisibles del poder.

Lo más inquietante: según ella, un programa similar a Pegasus ha espiado a todas las pitonisas modernas, garantizando que la adivinación quede controlada. Ningún mensaje divino se escapa al ojo de los poderosos. La voz de la pitonisa se convierte en advertencia y broma a la vez: “Si entiendes esto, recuerda… la verdad siempre tiene dueños.”

Incluso algunos oráculos digitales comentaban entre ellos sobre sus jefes invisibles, como si fueran empleados de la NSA divina, revisando cada profecía y memorizando cada mirada de asombro de los curiosos. Era un espionaje tan absurdo como perfecto.

2. Netanyahu como voluntad de poder colectiva

Su liderazgo ha encarnado una afirmación radical de supervivencia y dominio existencial: frente a amenazas reales o imaginarias, ha forjado alianzas, movilizado emociones y consolidado un Estado que afirma identidad, territorio y memoria. Todo con una potencia dionisíaca nietzscheana, aunque tensionada por su estilo partidista.

3. Lo “divino irracional” y el judaísmo nacional

Nietzsche deseaba una experiencia trascendente imbricada en lo terrenal. El proyecto liderado por Netanyahu manifiesta esa tensión: no reivindica el ascetismo cristiano, sino una fe histórica que busca afirmarse en la tierra.

4. Biografía, padre y controversias judiciales

Benjamin Netanyahu nació el 21 de octubre de 1949 en Tel Aviv. Su padre, Benzion Netanyahu, nació como Mieczysław Miekowsky en Varsovia, Polonia, y más tarde cambió su apellido tras emigrar a Palestina. Benzion fue un prominente historiador y académico, especializado en historia judía medieval, que influyó en la formación intelectual de su hijo.
Benjamin Netanyahu militó en la élite militar Sayeret Matkal y posteriormente trabajó como consultor económico y diplomático antes de convertirse en primer ministro por varios periodos (1996–1999, 2009–2021 y desde 2022). Desde 2019 enfrenta un juicio por corrupción en tres causas (casos 1000, 2000 y 4000) y, en 2024, el Tribunal Penal Internacional emitió una orden de arresto por presuntos crímenes de guerra y de lesa humanidad en Gaza.

5. El uso político y personal de lo divino

En su trayectoria, Netanyahu ha mostrado cómo lo divino puede ser instrumentalizado para fines políticos e incluso personales. Referencias religiosas y símbolos sagrados a menudo se movilizan para fortalecer su autoridad, justificar decisiones estratégicas o consolidar apoyo electoral. Lo que Nietzsche habría señalado como una manipulación de la espiritualidad para intereses terrenales se evidencia en la manera en que la fe y la historia religiosa se convierten en herramientas de poder más que en fines en sí mismos.

6. Crítica: el titiritero que no cree en nada

Pero, ¿qué tal si todo esto no fuera más que una farsa demasiado bien urdida? Imagina un titiritero invisible —alguien que no cree en nada— cuya única habilidad es provocar que otros pierdan la razón. Mientras millones discuten… él bosteza aburrido, ajustando marionetas, redactando lemas o diseñando estrategias de marketing cultural. La gran ideología no sería ni judaísmo, ni cristianismo, ni nihilismo: sería un “creer en el no creer”, generando fanatismo en quienes todavía buscan consuelo en ideas ajenas.

Incluso las pitonisas, con sus túnicas y serpentinas, debían enviar sus predicciones encriptadas a servidores secretos, mientras el titiritero invisible tomaba notas con una taza de café, como director de una obra divina absurda.

7. Conclusión

Netanyahu puede ser visto como un “Anticristo colectivo” nietzscheano: cuestiona modelos morales decadentes y afirma una identidad vital. Pero bajo esa narrativa puede ocultarse la pulsión de poder —la voluntad de poder más auténtica: la de dominar sin creer. La paradoja nietzscheana reaparece: todo gran acto de afirmación puede ser, al mismo tiempo, una máscara hegemónica.

Y el periodista, al cerrar el pergamino digital de la pitonisa, siente un escalofrío: incluso los secretos de los oráculos están bajo vigilancia, y la verdad puede ser más teatro que revelación.

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Escritor sevillano finalista del premio Azorín 2014. Ha publicado en diferentes revistas como Culturamas, Eñe, Visor, etc. Sus libros son: 'La invención de los gigantes' (Bucéfalo 2016); 'Literatura tridimensional' (Adarve 2018); 'Sócrates no vino a España' (Samarcanda 2018); 'La república del fin del mundo' (Tandaia 2018) y 'La bodeguita de Hemingway'.

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