La psicóloga Magalí Andreu lleva desde el inicio de su carrera estudiando y tratando las personas que sufren adicciones. Andreu trabaja para despojar esta enfermedad de los mitos que durante años han existido alrededor del adicto y de cualquier enfoque moralista.

Actualmente, trabaja como investigadora en el Hospital Clínic y como terapeuta en el Centro Bonanova de Barcelona y es una de las psicólogas más reconocidas en Barcelona.

¿Se puede ser alcohólico y no saberlo?

Sí, de hecho, la mayoría de las personas que tienen una adicción al alcohol no son conscientes de ello.

¿Cómo es posible?

En parte, se debe a que hay una idea preconcebida socialmente de que sólo es alcohólico aquel que bebe todo el día, se emborracha habitualmente o quien no puede pasar un día sin beber. Y nada más lejos de la realidad. La mayoría de las personas que tienen una adicción al alcohol tienen una vida muy normalizada, tienen una actividad laboral bastante funcional y pueden tener una vida familiar y social estable.

Entonces, ¿qué es ser alcohólico?

Tienes una adicción cuando tu consumo de alcohol te comporta problemas de cualquier tipo y aun así no puedes o no quieres parar de beber.

La adicción al final es una alteración de las prioridades y de la escala de valores de la persona. Termina transformando totalmente el estilo de vida del individuo y de las personas de su entorno. El problema es que la adicción se instaura de forma lenta y progresiva en la vida de la persona, de tal modo que, muchas veces, cuando uno detecta que algo no va bien es cuando ya hay consecuencias graves y la adicción suele estar ya establecida. De hecho, la mayoría de las veces, los familiares o las personas cercanas son los primeros en detectar que existe un problema con la bebida.

¿La adicción se considera una enfermedad mental?

Hablamos de un trastorno mental porque en la adicción se observa una alteración de algunos mecanismos biológicos cerebrales que “se estropean”. A nivel científico y sanitario no cabe duda de que estamos hablando de una enfermedad mental, aunque socialmente cuesta verlo así y sigue estando muy estigmatizada.

¿De qué mecanismos cerebrales estamos hablando?

De los circuitos cerebrales de recompensa, los que regulan el placer-displacer. Estos circuitos tienen una función evolutiva muy clara, ya que nos hacen repetir las conductas que nos generan recompensa a nivel cerebral que están relacionadas con la supervivencia, como conductas de alimentarse o de reproducción. Cuando estos circuitos enferman se genera una adicción.

¿Cómo detectar que una persona (o uno mismo) tiene una adicción al alcohol?

La frecuencia de consumo y las cantidades de bebida nos dan pistas importantes, es decir, cuando uno bebe más cantidad de lo que le gustaría o más frecuentemente de lo que querría. También es un signo de alerta la pérdida de control sobre lo que uno bebe (no poder parar) o sobre los efectos que tiene el consumo (físicos, psicológicos, …) así como la dependencia física que se manifiesta con síntomas de abstinencia.

Algunas señales de alarma (las famosas red flags) también serían beber en solitario y/o a escondidas, minimizar o negar que se ha consumido cuando es evidente que sí, beber para recuperarse de una resaca, tener remordimientos o sentimientos de culpa por beber, conflictos con la ley (por ejemplo, por conducción bajo los efectos del alcohol) o la preocupación de los familiares, amigos o sanitarios por el consumo de alcohol de una persona.

Éstas serían las señales más evidentes, aunque existen algunas señales de riesgo menos explícitas.

¿Cuáles serían estas señales menos evidentes?

Discusiones con la pareja o familia, desatención de las tareas domésticas o responsabilidades laborales, aislarse de algunas personas… A medida que avanza la dependencia la persona va perdiendo progresivamente el interés por las actividades y relaciones que no están asociadas al consumo alcohol y se va centrando más en las que le permiten beber.

También es frecuente que la persona se vuelva más irritable, con cambios repentinos de humor, que tenga pérdidas de memoria, que tenga sudores, náuseas y temblores (sobre todo durante la noche o primera hora de la mañana), que pierda el apetito…

¿Y cuáles son las causas del alcoholismo?

El alcoholismo tiene un origen multicausal. Por un lado, existe una disposición biológica importante, hablamos de entre un 40-60% de factor hereditario en una adicción. Esta predisposición genética hace que los circuitos de recompensa gratifiquen más intensamente ante el consumo de alcohol a algunas personas y por tanto sean más vulnerables frente al alcoholismo.

Pero la principal causa del alcoholismo es el consumo de alcohol por sí solo. Es decir, cuanto más consumo abusivo y repetido se hace de alcohol, más números tiene una persona de desarrollar una adicción. El alcohol es una droga y crea tolerancia y dependencia, por tanto, tiene potencial adictivo de per se. Aparte de ser una sustancia altamente accesible, a bajo precio y con una percepción social de riesgo muy baja.

Vivimos en una sociedad que te felicita cuando dices que has dejado de fumar, pero que te mira raro cuando dices que has dejado de beber. En la que hace falta justificarse y dar más explicaciones para no beber que para hacerlo.

Sin embargo, otros factores psicosociales, culturales y ambientales pueden influir también en que se acabe manifestando o no la adicción.

¿Cuáles son esos otros factores?

Tener un entorno de amigos o familiar en el que se consume mucho y que incentiva a beber, empezar a consumir de muy joven, tener algunos rasgos de personalidad como la impulsividad, tener otras adicciones o trastornos mentales, etc.

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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