Gestiones y presión a contrarreloj para impedir la deportación a Irán de una familia kurda retenida desde hace 10 días en el aeropuerto de El Prat. El padre es el activista kurdo iraní Mohammad Rahmatinia y llegó a Barcelona con su mujer embarazada y su hijo menor de edad. La familia pidió asilo político, asistida por un abogado de oficio, pero se les ha denegado y los tres están pendientes de deportación. Podrían salir mañana por la mañana en un vuelo hacia Teherán vía Doha, en Qatar. El hombre asegura que ha sido condenado a 15 años bajo libertad condicional por su activismo político, y que profesa una fe evangélica.
Además, dice que ha participado en una veintena de manifestaciones del movimiento Mujer, Vida, Libertad, que se desencadenó con el asesinato de la joven Mahsa Gina Amini por no llevar el velo puesto de acuerdo con el rigorismo de la República Islámica. Las protestas crecieron hasta convertirse en un clamor contra las autoridades, que respondieron con una fuerte represión, con asesinatos extrajudiciales, torturas y la detención de hasta 16.000 manifestantes.
Poco antes de la conmemoración del primer aniversario de la muerte de la chica a raíz de una paliza en un centro de la policía de la moral, que se conmemora este sábado, la familia decidió huir, el 5 de septiembre. Las autoridades han incrementado los controles y el hombre había sido identificado.
Diversas organizaciones humanitarias alertan de la deriva autoritaria de la república islámica y de que este activista se encuentra doblemente amenazado, por su condición de cristiano evangélico y por haber asistido a movilizaciones a favor de las mujeres.
Recluidos en un sótano de El Prat
La activista denuncia que toda la estancia en el aeropuerto de El Prat la han pasado en un sótano del aeropuerto, sin ver la luz del día, y que la policía ha denegado que un médico pueda visitar a su mujer, embarazada de dos meses.
Sin embargo, el escenario de una deportación a la república islámica de Irán le preocupa mucho más. En declaraciones a Catalunya Ràdio, Rahmatinia ha explicado que teme por su vida si lo hacen volver:
«El gobierno iraní me dijo que si tengo cualquier problema, tendré que ir a la cárcel estos 15 años. Si vuelvo a Irán, primero tendré que cumplir estos 15 años cerrado y después me pueden sentenciar a muerte».
También en Catalunya Ràdio, uno de sus abogados, Jordi Naya, de Raíces Abogadas, ha explicado qué puede pasar si envían a su cliente a Teherán:
«Por el hecho de ser militante de este partido, y él ha manifestado que lo es y que quiere seguir militando en él, puede sufrir prisión, actos inhumanos o degradantes, o directamente la muerte».
Según ha explicado la cooperativa jurídica en las redes sociales, la Agencia ACNUR en España ve «preocupante» el tipo de entrevista realizada al activista para decidir su deportación. Consideran que la calidad de las preguntas sobre el miedo a sufrir una persecución por razones políticas es «baja».
Gestiones institucionales para impedir que se les deporte
Tanto el gobierno de la Generalitat como el Parlament están haciendo gestiones con el Ministerio del Interior para dejar sin efecto la deportación. La presidenta del Parlamento de Cataluña, Anna Erra, ha pedido al ministro del Interior que detenga la deportación del activista kurdo iraní Mohammad Rahmatinia y su familia, retenidos desde hace 10 días en el aeropuerto de El Prat y a punto de ser deportados. Erra ha pedido en nombre de la mesa del Parlamento por carta al ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska, que se reconsidere la deportación y se vuelva a valorar su solicitud de asilo político. El texto argumenta que hay «dudas más que razonables de la suerte que puedan correr si, finalmente, son deportados». Además, pone el énfasis en la situación personal y familiar de Rahmatinia, «teniendo en cuenta la vulneración sistemática de los derechos humanos, las libertades civiles y los derechos políticos por parte de las autoridades de Irán».
El diputado de ERC Ruben Wagensberg ha explicado que, junto con el diputado de la CUP Carles Riera, han intentado visitar a la familia en el aeropuerto, pero no les han dejado.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.