Ya son 2.862 las personas que han muerto y más de 2.500 que han resultado heridas por el terremoto de hace tres días en Marruecos, pero el número podría aumentar a medida que los equipos de salvamento empiecen a llegar a los pueblos que han quedado aislados.
Las tareas de rescate apenas se han comenzado a reforzar con equipos venidos del extranjero, que el gobierno marroquí autoriza con cuentagotas, como denuncian con insistencia las ONG internacionales.
Hay pueblos enteros que todavía no han recibido ningún tipo de ayuda. Lo han podido comprobar los equipos de TV3 que han llegado muy cerca del epicentro, donde casi todo está destruido.
Concretamente en Talat N’Yaaqoub, un pueblo de unos 10.000 habitantes, muy cerca del epicentro y a unos 1.200 metros de altura, que ha quedado arrasado. Todas las edificaciones están afectadas y hay mucha gente durmiendo al raso o en tiendas habilitadas a correr.
Este lunes, al pueblo llegaba un grupo de supervivientes de Ighil –el epicentro del terremoto– que se habían organizado para recorrer 17 kilómetros con un camioncito e intentar conseguir la asistencia médica aún inexistente en la zona cero. Esta es la crónica que lo recoge.
Desplazamientos muy complicados
La gestión de la administración marroquí está recibiendo cada vez más críticas por parte de la población, que se queja de la falta de materiales básicos como mantas, tiendas o, sobre todo, agua potable.
En el trayecto de tres horas entre Marràqueix y Armed, un pueblo a más de 1.900 metros de altitud, otro equipo de TV3 ha podido comprobar cómo todavía son muchas las piedras que obstaculizan el paso y, en algunos tramos, trabaja maquinaria pesada trabajando para tratar de arreglarlo.
A pesar de todo, este camino lo emprenden muchos vehículos particulares que intentan llevar ayuda a los afectados, la comida, agua y otros materiales que la administración aún no ha sido capaz de hacer llegar a la zona.
Un material que se hace imprescindible teniendo en cuenta que la población no se fía de la naturaleza y continúa durmiendo al raso, desde donde esperan la ayuda y reciben con angustia las noticias sobre el escaso avance de los rescates.
El material de construcción juega en contra de los atrapados
Las posibilidades de encontrar gente con vida bajo los escombros en los pueblos más afectados son muy remotas, más si se tiene en cuenta que el material con el que están fabricadas las casas es muy frágil.
Se trata de piedra y barro, que tienen dos problemas: uno, que no resisten la fuerza de las sacudidas, y el otro, que al hundirse forman una pulseada que hace muy complicado que se forme una cámara de aire donde respirar, si alguien ha quedado atrapado.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.