felipe

Federica Martínez Trujillo no tenía televisión. Su difunto marido, el electricista y presidente del club de petanca, Jose Luis Ramírez Campos, dejó a su viuda un único y extraño encargo: la radio no se tira. De esta manera, Federica pasó una década escuchando únicamente Radio Olé mientras realizaba las tareas domésticas o tejía sentada en su sillón de orejas. A veces, miraba la fotografía de su Jose Luis, situada en el aparador junto a otra, de igual tamaño, del expresidente Felipe González. Y bajaba un poquito el volumen de la emisora. Y suspiraba, suspiraba varias veces antes de decir: Ay, Jose Luis, ya te podías haber quedado unos años más… me has dejado sola con Felipe.

Cogía ambos marcos, miraba ambas fotos fijamente y estrellaba sendos besos contra el cristal.

Una mañana, aparecieron en su casa Maite y Miguel, los hijos de Federica. Maite y Miguel tenían hijos, perros y unas vidas muy ocupadas. Le habían regalado a su madre una televisión porque apenas iban a visitarla y pensaban que así se sentiría más acompañada; como los padres divorciados que intentan suplir con juguetes el tiempo que no pasan con sus hijos. Pero Maite y Miguel no sabían que Federica jamás había encendido aquel aparato. Ni lo de los besos a las fotos. Ni nada.

—Venga mamá— dijo Miguel— ponte el abrigo que nos vamos, que al final nos cierran el colegio electoral

—¿Es hoy lo de votar?

—Claro mamá, ¿no te acuerdas?, te llamé ayer para recordártelo. Quedamos en venir hoy para llevarte y luego comer aquí contigo- respondió Maite

—Qué prisas hijos, qué prisas…— contesto Federica poniéndose el abrigo

—Es que tenemos muchas cosas que hacer hoy, se nos hace tarde— respondió Miguel desde el ascensor.

Cuando llegaron al colegio electoral, Maite y Miguel acompañaron a su madre hasta el aula que le correspondía y dejaron que esta se aproximara por su cuenta a la mesa donde estaban las papeletas de los partidos políticos.

—No está Felipe— dijo desde el otro lado de la sala.

—¿Qué dices mamá?— dijo Maite aproximándose a ella

—Que no veo la papeleta de Felipe González

—Mamá, Felipe González, ya no está. Si quieres puedes votar al PSOE, pero este es el candidato que está ahora, ¿ves?, ¿le conoces?— dijo Maite mostrándole un trozo de papel con el logo del Partido Socialista— ahora es otro.

Federica, disgustada, cogió un sobre e introdujo la papeleta del Partido Socialista. Después de pasar por la mesa electoral, pidió a sus hijos que la llevaran de vuelta a casa. Necesitaba hacer algo urgentemente.

Sin quitarse el abrigo, entró por la puerta y corrió hasta el salón donde estaba la foto de Felipe González sobre el aparador:

—Disculpa, hijo mío, es que no sabía que estabas muerto. He votado a tu partido, pero al otro que está ahora – dijo disgustada.

Sus hijos no llegaron a escucharla, entraron después y se sentaron junto a ella en el sofá.

—Venga, no te pongas triste. Pongamos un rato la tele y así te entretienes— dijo Miguel mientras cogía el mando y apretaba el botón de encendido.

—Buenas tardes— dijo Matías Prats al otro lado.

—Buenas tardes— contestó Federica antes de dirigirse a sus hijos y decir: qué simpático este señor, que me saluda y todo. A lo mejor tenéis razón, a lo mejor la televisión sí me hace compañía…

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