Desde el inicio de la ofensiva militar israelí en la Franja de Gaza en octubre de 2023, el Ejército de Israel (FDI) enfrenta una crisis sin precedentes: un aumento alarmante en la tasa de suicidios entre sus soldados. Según informes recientes, al menos 44 militares se han quitado la vida desde el comienzo del conflicto, una cifra que supera los registros de años anteriores y que ha encendido las alarmas sobre la salud mental de los uniformados. Este fenómeno, descrito como un «coste invisible» de la guerra, está profundamente ligado a los traumas derivados de las experiencias en el campo de batalla, donde los soldados se enfrentan a imágenes de muerte, destrucción y sufrimiento humano que resultan difíciles de procesar.
Un contexto de guerra prolongada
La guerra en Gaza, desencadenada por el ataque sorpresa de Hamás el 7 de octubre de 2023, ha sido uno de los conflictos más intensos en la historia reciente de Israel. El ataque inicial dejó más de 1.200 muertos, en su mayoría civiles, y más de 240 personas secuestradas, lo que provocó una respuesta militar masiva por parte de Israel. Según datos del Ministerio de Salud de Gaza, hasta julio de 2025, más de 60.000 personas han perdido la vida en el conflicto, con un 80% de las víctimas palestinas siendo civiles. Por su parte, el Ejército israelí reporta la muerte de 893 militares desde el inicio de la invasión terrestre, junto con más de 12.000 heridos, muchos de los cuales sufren lesiones graves o problemas de salud mental, incluido el trastorno de estrés postraumático (TEPT).
El impacto psicológico de la guerra no se limita a las bajas físicas. Los soldados israelíes, muchos de ellos jóvenes reservistas de entre 19 y 20 años, han sido expuestos a escenas de devastación extrema: cuerpos bajo escombros, hambre generalizada y combates en entornos urbanos densos como los túneles de Gaza. Estas experiencias, combinadas con la presión de un servicio militar prolongado y la incertidumbre sobre el fin del conflicto, han contribuido a una crisis de salud mental que se manifiesta en un aumento de los suicidios.
Historias de trauma y desesperación
Uno de los casos más emblemáticos es el de Daniel Edri, un joven de 24 años que se quitó la vida el 5 de julio de 2025. Edri, quien había servido durante un año consecutivo en Gaza y el Líbano, fue encontrado calcinado dentro de su coche tras sufrir un colapso psicológico. Su familia reveló que el joven había sido diagnosticado con TEPT y que, en múltiples ocasiones, buscó ayuda en centros psiquiátricos israelíes, siendo rechazado en al menos dos oportunidades. Su madre relató a los medios que Daniel hablaba constantemente del «olor a cuerpos muertos» y de las imágenes de horror que lo perseguían. Este caso no es aislado; según el periódico israelí Haaretz, 15 de los 44 suicidios registrados desde octubre de 2023 ocurrieron en los primeros meses de 2025, lo que indica un aumento significativo respecto al año anterior, cuando se reportaron 21 casos.
Otro incidente reciente, reportado por el Canal 12 de noticias israelí, involucró a un soldado de la Brigada Nahal que se quitó la vida en una base militar en los Altos del Golán el 14 de julio de 2025. Este fue el tercer suicidio en un período de diez días, lo que subraya la gravedad de la situación. Los medios locales han señalado que muchos de estos soldados eran reservistas que enfrentaron situaciones traumáticas durante el combate, como la pérdida de compañeros cercanos o la exposición prolongada a la violencia.
Factores detrás de la crisis
La crisis de salud mental en el Ejército israelí tiene múltiples causas. En primer lugar, la intensidad del conflicto en Gaza ha expuesto a los soldados a niveles extremos de violencia y sufrimiento. Testimonios recopilados por medios como El Confidencial describen cómo los soldados regresan de Gaza con recuerdos imborrables de hambre, destrucción y muerte. «Muchos sienten que viven dos vidas paralelas: en un lado, ven gente luchando por comida; en el otro, intentan retomar una vida aparentemente normal», señala una profesional de la salud entrevistada por El Debate. Esta disociación, combinada con la falta de un horizonte claro para el fin de la guerra, genera una sensación de desesperanza.
En segundo lugar, la falta de recursos adecuados para tratar los problemas de salud mental agrava la situación. Aunque el Ejército israelí y el gobierno ofrecen programas de apoyo psicológico, muchos soldados reportan que la ayuda es insuficiente o inaccesible. En el caso de Daniel Edri, por ejemplo, sus solicitudes de ingreso a centros psiquiátricos fueron denegadas, lo que refleja una brecha en el sistema de atención. Además, el estigma asociado con el suicidio y los problemas de salud mental dentro de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI) dificulta que los soldados busquen ayuda. Mostrar signos de vulnerabilidad es percibido como una debilidad en un entorno donde la fortaleza es un valor central.
Por último, la movilización masiva de reservistas ha incrementado la presión sobre los soldados. Desde octubre de 2023, más de 300.000 reservistas han sido convocados, muchos de los cuales han tenido que extender su servicio más allá de lo habitual. Según el Canal 12, algunos soldados enfrentan jornadas de más de 12 horas diarias, y las negociaciones para prolongar el servicio militar por un año adicional han generado descontento. Esto ha llevado a un aumento en el número de reservistas que se niegan a continuar sirviendo, enfrentándose incluso a penas de cárcel.
El impacto en la sociedad israelí
El aumento de suicidios no solo afecta al Ejército, sino que también tiene profundas repercusiones en la sociedad israelí. Las FDI son un pilar fundamental de la identidad nacional, y el servicio militar obligatorio es una experiencia compartida por la mayoría de los jóvenes. Sin embargo, el creciente número de soldados que abandonan el servicio o que sufren problemas psicológicos ha generado un debate sobre la sostenibilidad del modelo militar actual. En junio de 2024, la Corte Suprema de Israel dictaminó que los judíos ultraortodoxos (haredíes) deben cumplir con el servicio militar, poniendo fin a una exención histórica. Esta decisión, aunque busca aliviar la escasez de personal, ha generado tensiones sociales y ha reducido la motivación de algunos sectores para alistarse, según una encuesta del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Israel.
Además, el aumento de suicidios ha puesto en el centro del debate la necesidad de reformar el sistema de salud mental en el Ejército. Organizaciones como Euro-Mediterranean Human Rights Monitor han denunciado que el trauma de los soldados no solo se deriva de los combates, sino también de la percepción de estar participando en operaciones que causan un alto costo humanitario. La guerra en Gaza ha sido calificada por la ONU y otras organizaciones como un «genocidio», con más de 13.000 niños entre las víctimas, lo que añade una capa de conflicto moral para algunos militares.
Respuestas y desafíos pendientes
El Ejército israelí ha reconocido la gravedad de la situación y ha prometido investigar los casos de suicidio. Sin embargo, la falta de transparencia en torno a estas muertes, como la negativa a otorgar honores militares a algunos soldados fallecidos, ha generado críticas. Organizaciones de derechos humanos y medios locales han señalado que las FDI intentan minimizar la magnitud de la crisis para mantener la moral de las tropas.
Por su parte, el gobierno israelí ha implementado programas de apoyo psicológico, pero estos han sido insuficientes para atender la demanda. Expertos como Leah Shelef, investigadora de la salud mental en el contexto militar, han señalado que los suicidios tienden a concentrarse en el primer año de servicio, especialmente en períodos de alta intensidad como diciembre. La creación de más recursos para la atención psicológica, así como la desestigmatización del suicidio y el TEPT, son pasos esenciales para abordar esta crisis.
La ola de suicidios en el Ejército israelí es un reflejo del costo humano y psicológico de la guerra en Gaza. Los 44 soldados que han perdido la vida desde octubre de 2023 son más que una estadística; son un recordatorio de los profundos traumas que enfrentan quienes sirven en el frente. Mientras el conflicto continúa sin un final claro, la necesidad de abordar la salud mental de los militares se vuelve más urgente. La sociedad israelí, el gobierno y las FDI enfrentan el desafío de no solo combatir en el campo de batalla, sino también de proteger la vida y el bienestar de aquellos que llevan el peso de la guerra.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.





