Torre Pacheco, un municipio agrícola de poco más de 41.000 habitantes en la Región de Murcia, España, se convirtió en el epicentro de una tormenta social entre el 11 y el 13 de julio de 2025. Lo que comenzó como una protesta pacífica por la brutal agresión a un vecino de 68 años derivó en disturbios, enfrentamientos violentos y una escalada de tensiones xenófobas que han dejado una huella imborrable en esta localidad marcada por su diversidad cultural.

El detonante: una agresión que encendió la chispa

El miércoles 9 de julio de 2025, Domingo, un jubilado de 68 años, paseaba por las inmediaciones del cementerio de Torre Pacheco cuando fue atacado sin motivo aparente por un grupo de jóvenes. Según su testimonio, los agresores lo derribaron al suelo, propinándole puñetazos y patadas mientras grababan la escena, en lo que parece ser un caso de *happy slapping*, una tendencia viral que consiste en agredir a desconocidos para compartir los vídeos en redes sociales. La víctima, que no reconoció a sus atacantes, señaló que parecían ser jóvenes de origen magrebí, aunque las autoridades no han confirmado la nacionalidad de los responsables, quienes permanecen sin identificar ni detener.

La agresión, ocurrida en un contexto de creciente percepción de inseguridad en el municipio, desató una reacción inmediata. El alcalde de Torre Pacheco, Pedro Ángel Roca (PP), convocó una concentración pacífica para el viernes 11 de julio bajo el lema “Torre Pacheco, libre de violencia, libre de delincuencia”. La protesta, que reunió a unas 500 personas en la Plaza del Ayuntamiento, buscaba condenar el ataque y exigir más recursos policiales para garantizar la seguridad.

Sin embargo, lo que prometía ser un acto de unidad ciudadana se transformó en un polvorín. Grupos de ultraderecha, muchos de ellos foráneos, aprovecharon el evento para desatar una ola de violencia xenófoba, dirigiendo su ira contra la población migrante, que representa aproximadamente el 30% de los habitantes de Torre Pacheco, en su mayoría de origen marroquí. La chispa inicial, una agresión aislada, se convirtió en el pretexto para un estallido de odio que expuso las tensiones latentes en la comunidad.

Las causas: un caldo de cultivo social y político

Torre Pacheco, enclavado en el corazón agrícola del Campo de Cartagena, es un municipio que depende en gran medida de la mano de obra migrante para sostener su economía. Con más de 35 nacionalidades registradas, la diversidad cultural ha sido tanto una fuente de riqueza como un desafío para la convivencia. Sin embargo, varios factores contribuyeron a que este incidente aislado desencadenara una crisis de proporciones:

1. Percepción de inseguridad: Los vecinos han expresado durante años un creciente malestar por la delincuencia, que atribuyen, en parte, a la falta de recursos policiales. Antonio José Martínez, presidente de la asociación de vecinos de Roldán, una pedanía del municipio, señaló que la delincuencia “ha ido creciendo y creciendo” durante la última década, generando un “hastío” que dificulta contener el malestar popular. El alcalde Roca también ha denunciado la insuficiencia de efectivos de la Guardia Civil y la necesidad de una comisaría de Policía Nacional en el municipio.

2. Instrumentalización política: La agresión a Domingo fue rápidamente aprovechada por partidos y grupos de ultraderecha para avivar el discurso antiinmigración. VOX, liderado en la región por José Ángel Antelo, organizó un acto el sábado 12 de julio bajo el lema “Defiéndete de la inseguridad”, donde vinculó directamente la delincuencia con la inmigración ilegal, comparando Torre Pacheco con barrios conflictivos de Europa como Molenbeek. Antelo afirmó que “los españoles se están cansando” y exigió deportaciones masivas, intensificando las tensiones. Otros grupos, como “Deport Them Now” y Desokupa, convocaron “cacerías” contra migrantes a través de canales de Telegram, compartiendo nombres y direcciones de personas de origen magrebí e incluso ofreciendo armas y vehículos para las acciones.

3. Desinformación en redes sociales: Las redes sociales jugaron un papel crucial en la escalada de la violencia. Vídeos e imágenes falsas circularon masivamente, atribuyendo erróneamente la agresión a grupos específicos de migrantes. Por ejemplo, un vídeo de 25 segundos que mostraba una paliza fue compartido miles de veces como si fuera el ataque a Domingo, aunque las autoridades y la propia víctima desmintieron su relación con el caso. Estas narrativas alimentaron el odio y legitimaron las acciones violentas de grupos ultras.

4. Falta de respuesta institucional inmediata: La portavoz de Podemos, María Marín, denunció la “limitada presencia policial” durante los disturbios iniciales, lo que permitió que los altercados escalaran sin control. La ausencia de un dispositivo robusto desde el principio dio espacio a los grupos violentos para organizarse y actuar.

La escalada: dos noches de disturbios

La noche del viernes 11 de julio marcó el inicio de los disturbios. Tras la concentración pacífica, grupos de radicales, muchos de ellos llegados de fuera del municipio, recorrieron las calles, particularmente el barrio de San Antonio, donde vive una gran comunidad migrante. Armados con palos y profiriendo insultos racistas como “moros de mierda” y “viva Franco”, estos grupos atacaron a jóvenes de origen magrebí, generando escenas de caos. La Policía Local y la Guardia Civil, superadas en número, intervinieron para contener la violencia, pero no se registraron detenciones esa noche.

La tensión no se disipó. El sábado 12 de julio, los disturbios continuaron con mayor intensidad. Barricadas en llamas, lanzamiento de botellas y piedras, y enfrentamientos entre grupos de ultras y migrantes marcaron una segunda noche de caos. La Guardia Civil desplegó unidades especiales, incluyendo la Unidad de Seguridad Ciudadana (USECIC) y el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS), para intentar controlar la situación. El saldo de esa noche fue de al menos un detenido por agresión a las fuerzas de seguridad y tres heridos leves, uno de ellos con una brecha en la cabeza. Las cámaras de laSexta captaron la crudeza de los enfrentamientos, mostrando a agentes antidisturbios intentando separar a los “dos bandos” que se enfrentaban en las calles.

El alcalde Roca, visiblemente preocupado, denunció que muchos de los alborotadores no eran vecinos del municipio, sino forasteros que llegaron para “complicar la convivencia”. La comunidad gitana de Cartagena también se sumó a las protestas, siendo señalada en redes sociales como “justicieros” que defendían a los vecinos, lo que añadió una capa adicional de complejidad al conflicto.

Las consecuencias: un municipio fracturado

Los disturbios de Torre Pacheco han dejado un saldo de heridas físicas, sociales y políticas:

1. Daños humanos y materiales: Además de los tres heridos leves y el detenido, los disturbios causaron daños materiales, como contenedores quemados y barricadas destruidas. Un periodista de laSexta fue agredido y su equipo destruido mientras cubría los sucesos. El mercadillo semanal del sábado fue cancelado por motivos de seguridad.

2. Polarización social: La convivencia, que históricamente ha sido un pilar en Torre Pacheco a pesar de los desafíos, se ha visto gravemente afectada. Voces migrantes, como la de un residente musulmán citado en el blog *Islam en Murcia*, pidieron no estigmatizar a toda la comunidad por las acciones de unos pocos: “No se nos puede meter a todos en el mismo saco”. Sin embargo, los ataques xenófobos han generado miedo entre los migrantes, muchos de los cuales son esenciales para la economía local.

3. Tensión política: Los disturbios han exacerbado las divisiones políticas. Mientras el PP, liderado regionalmente por Fernando López Miras, condenó la violencia y llamó a la calma, VOX continuó alimentando el discurso antiinmigración. Podemos y PSOE, por su parte, acusaron a la ultraderecha de incitar el odio y criticaron la gestión de la Delegación del Gobierno. La ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, denunció las “persecuciones racistas” y señaló a la derecha y ultraderecha como responsables de señalar a los migrantes para que “sus escuadristas actúen”.

4. Refuerzo policial y medidas de seguridad: La Guardia Civil ha mantenido un despliegue activo en el municipio, con refuerzos de unidades antidisturbios y drones para monitorear movimientos. La delegada del Gobierno, Mariola Guevara, confirmó que las investigaciones avanzan tanto sobre la agresión inicial como sobre los disturbios, con posibles detenciones en las próximas horas. El alcalde ha convocado una Junta Local de Seguridad para evaluar las necesidades de efectivos policiales.

Implicaciones a largo plazo

Los eventos de Torre Pacheco son un reflejo de tensiones más amplias en España y Europa, donde la inmigración y la seguridad ciudadana son temas polarizantes. La instrumentalización de un acto delictivo para avivar el odio xenófobo pone de manifiesto los riesgos de los discursos populistas y la desinformación en redes sociales. La falta de recursos policiales y una legislación percibida como laxa han alimentado la frustración de los vecinos, mientras que la ausencia de una respuesta institucional coordinada permitió que la situación escalara.

Para Torre Pacheco, el camino hacia la recuperación será arduo. La comunidad debe reconstruir la confianza entre sus habitantes, promoviendo espacios de diálogo que refuercen la convivencia. La economía local, dependiente de los trabajadores migrantes, no puede permitirse una fractura social permanente. Además, las autoridades deben abordar las carencias en seguridad y combatir la desinformación para evitar que incidentes similares se repitan.

Los disturbios de Torre Pacheco en julio de 2025 son un recordatorio de cómo un incidente aislado puede desencadenar una crisis cuando se combina con tensiones sociales, discursos de odio y una respuesta institucional insuficiente. La agresión a Domingo, un vecino de 68 años, no solo dejó heridas físicas, sino que expuso las grietas de una comunidad diversa que lucha por equilibrar la convivencia y la seguridad. Mientras las autoridades trabajan para restablecer el orden, el desafío a largo plazo será sanar las heridas sociales y evitar que el odio se arraigue en un municipio que, hasta ahora, había sido un ejemplo de coexistencia multicultural. La lección es clara: la violencia no se combate con más violencia, sino con diálogo, justicia y una apuesta decidida por la integración.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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