En un giro inesperado que ha sacudido los cimientos de la monarquía sueca, correos electrónicos recientemente filtrados han revelado una conexión pasada entre la princesa Sofía de Suecia y el difunto multimillonario Jeffrey Epstein, convicto por delitos sexuales. La Casa Real sueca ha confirmado que Sofía, entonces conocida como Sofía Hellqvist, se reunió en varias ocasiones con Epstein en Nueva York alrededor de 2005, antes de que el magnate fuera condenado por prostitución de menores en 2008. Esta admisión llega en medio de un escrutinio global renovado sobre las redes de Epstein, y ha llevado a la princesa a ausentarse discretamente de la ceremonia de los Premios Nobel este año, un evento tradicional para la familia real.
Los correos, publicados por el diario sueco Dagens Nyheter el 9 de diciembre, provienen de un intercambio entre Epstein y Barbro Ehnbom, una financista sueca y mentora de Sofía en esa época. En un mensaje de diciembre de 2005, Ehnbom escribe a Epstein: «Esta es Sofía, una aspirante a actriz que acaba de llegar a Nueva York. Es la chica de la que te hablé antes de irme, y pensé que te gustaría conocerla. ¿Tal vez podamos visitarte antes de que te vayas de vacaciones?» El correo adjuntaba una foto de Sofía. Epstein, respondiendo desde el Caribe, contestó: «Estoy en el Caribe. ¿Quiere venir por un par de días? Te enviaré un boleto.» Esta oferta se refería a su infame isla privada, Little Saint James, conocida como «la isla de los pedófilos» por las acusaciones de abuso sexual que surgieron años después.
Otro correo de 2006, de la asistente de Epstein a Ehnbom, pregunta: «¿Jeffrey se pregunta qué pasó realmente con Camilla? ¿Le dijiste que tiene un boleto a Nueva York cuando quiera?» Ehnbom corrige: «Creo que se refiere a Sofía, la pequeña y hermosa chica de cabello oscuro que tenía a su amiga Camilla con ella». Menciona que Epstein ofreció plazas en una escuela de actuación para ambas, pero hubo problemas con sus visas. Estos detalles pintan un cuadro de una red de contactos que Epstein utilizaba para atraer a mujeres jóvenes, muchas de las cuales eran aspirantes en el mundo del entretenimiento.
En ese momento, Sofía Hellqvist tenía 21 años y estaba intentando abrirse camino en Nueva York como actriz y modelo. Antes de su llegada a Estados Unidos, había ganado notoriedad en Suecia por su participación en el reality show «Paradise Hotel» en 2005, donde apareció en escenas provocativas. También posó semidesnuda para la revista masculina Slitz, cubriéndose con una boa constrictor, una imagen que la prensa tabloide sueca explotó durante años. Sofía blogueaba sobre fiestas con celebridades y su vida glamorosa en la Gran Manzana, describiéndose como una joven ambiciosa en busca de oportunidades. Barbro Ehnbom, descrita como una «madre de burdel» en algunos comentarios en redes sociales, era parte de su círculo y asistió incluso a su boda con el príncipe Carl Philip en 2015.
La Casa Real sueca, ante la publicación de los correos, emitió un comunicado confirmando los encuentros: «La princesa Sofía fue presentada a la persona en cuestión en algunas ocasiones alrededor de 2005». Enfatizaron que no hubo contacto en los últimos 20 años y que Sofía rechazó la invitación al Caribe. «No aceptó la invitación y no ha tenido contacto con él desde entonces», agregaron. Esta respuesta busca minimizar el impacto, pero llega en un contexto donde las monarquías europeas enfrentan un escrutinio intenso por asociaciones con Epstein. Recordemos que el príncipe Andrew del Reino Unido perdió sus títulos y honores en octubre de 2025 debido a sus vínculos con el magnate, un caso que ha servido de precedente.
Jeffrey Epstein, quien se suicidó en prisión en 2019 mientras enfrentaba cargos por tráfico sexual, era conocido por su red de influencia que incluía a políticos, celebridades y miembros de la realeza. Su isla en las Islas Vírgenes de EE.UU. fue el epicentro de acusaciones de abuso, con testimonios de víctimas que describen fiestas donde se explotaba a menores. Los correos con Sofía forman parte de un lote mayor de documentos desclasificados en los últimos años, que han expuesto cómo Epstein usaba promesas de carreras y viajes para atraer a mujeres jóvenes. En el caso de Sofía, no hay evidencia de que haya ocurrido algo ilícito, pero la mera asociación ha generado controversia.
La princesa, ahora de 41 años y madre de tres hijos –los príncipes Alexander, Gabriel y Julian–, ha transformado su imagen desde sus días de modelo. Tras conocer al príncipe Carl Philip en 2010, enfrentó un «tormenta de odio» en línea, como ella misma describió en una entrevista de 2018 para TV4: «Fui recibida con una enorme tormenta de odio de personas que tenían opiniones sobre mí como persona, sobre mi relación. Me sorprendió y definitivamente me afectó. No entendía que la gente tuviera tanta necesidad de expresar lo mal que se sentían conmigo. Fue muy duro». Juntos, fundaron una fundación para combatir el acoso en línea y el bullying, un tema personal para Sofía.
Sin embargo, la revelación ha revivido críticas sobre su pasado «escandaloso». En redes sociales como X (anteriormente Twitter), las reacciones no se han hecho esperar. Un usuario escribió: «Princesa Sofia (ex-stripper) se encontró con Epstein varias veces y recusa isla del horror. 😱👑», refiriéndose a su historia como modelo de lencería. Otro comentó: «Suecia’s ‘most scandalous princess’ linked to #Epstein in newly revealed emails», destacando su reputación previa. Comentarios más críticos incluyen: «Swedish Royals got bad taste in women», y preguntas sobre Ehnbom: «Swedish financier Barbro Ehnbom introduced Princess Sofia to pedophile billionaire Jeffrey Epstein…..she fed Epstein with young women?…isn’t it time to check her out too?🤔». La ausencia de Sofía en la ceremonia de los Premios Nobel el 10 de diciembre –donde asistieron el rey Carl XVI Gustaf, la reina Silvia, la princesa heredera Victoria y otros– ha sido interpretada como un intento de evitar el escrutinio mediático. El príncipe Carl Philip apareció solo, por primera vez desde su compromiso.
Este incidente no es aislado en el contexto de las monarquías europeas. El escándalo Epstein ha salpicado a varias figuras reales, como el mencionado príncipe Andrew, quien fue demandado por Virginia Giuffre por abuso sexual, un caso resuelto fuera de los tribunales. En Suecia, la monarquía ha enfrentado desafíos para mantener su imagen de modernidad y transparencia. El rey Carl XVI Gustaf ha promovido una familia real más accesible, pero eventos como este cuestionan la vetting de parejas reales. Sofía, al casarse con Carl Philip en 2015, se convirtió en un símbolo de cambio: de plebeya controvertida a duquesa dedicada a causas humanitarias, como su trabajo con la Fundación Príncipe Pareja para la dislexia y el acoso.
Las implicaciones para la familia real son significativas. Medios como NewsNation han descrito esto como «un dolor de cabeza real» para Suecia, extendiendo el escándalo Epstein a otro palacio europeo. Lawyer Monthly plantea preguntas sobre la transparencia real, mientras que Bluewin nota que el escándalo «se extiende a la familia real sueca». En un momento en que las monarquías luchan por relevancia en sociedades modernas, asociaciones con figuras como Epstein podrían erosionar la confianza pública. Encuestas recientes en Suecia muestran un apoyo estable a la monarquía, pero con un 20-30% de republicanos, cualquier escándalo amplifica las críticas.
A nivel global, el legado de Epstein continúa desentrañándose. Documentos desclasificados en 2024 y 2025 han nombrado a cientos de asociados, desde Bill Clinton hasta Donald Trump, aunque muchos niegan conocimiento de sus crímenes. En el caso de Sofía, no hay acusaciones de mala conducta, y su rechazo a la invitación sugiere cautela. Sin embargo, la mera mención revive debates sobre cómo las élites protegen sus secretos.
La princesa Sofía no ha emitido declaraciones personales sobre el tema, pero su fundación contra el odio en línea podría verse irónicamente afectada por el backlash digital. Mientras la familia real navega esta tormenta, el público sueco y mundial observa si este vínculo pasado afectará el futuro de una de sus miembros más carismáticos. En última instancia, este episodio subraya cómo el pasado, incluso distante, puede resurgir en la era de la transparencia digital, desafiando incluso a las instituciones más estables.
Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.






