En un giro que fusiona el mundo del fútbol con las batallas urbanas por la movilidad, el sector del taxi en Barcelona ha declarado la guerra abierta al FC Barcelona tras el anuncio de un inminente acuerdo de patrocinio con Uber. Elite Taxi, la principal asociación de taxistas de la ciudad, ha convocado un paro total del servicio para el próximo martes, coincidiendo con el crucial partido de la Liga de Campeones entre el Barça y el Olympiacos. Esta protesta no solo amenaza con paralizar el transporte público en la capital catalana, sino que también podría colapsar los accesos a dos iconos deportivos: el Camp Nou y el Estadi Olímpic de Montjuïc. En un contexto de tensiones históricas entre los taxistas tradicionales y las plataformas de VTC (Vehículos de Transporte con Conductor), este episodio resalta las fricciones entre el progreso comercial de un club legendario y las demandas de un sector que se siente amenazado por la globalización del transporte.

El anuncio del acuerdo entre el FC Barcelona y Uber ha caído como una bomba en el ecosistema urbano de Barcelona. Según fuentes del club, el pacto se presentará oficialmente el miércoles 22 de octubre en la sala comercial del Spotify Camp Nou, con la participación del joven defensa Pau Cubarsí –quien ya ha sido visto utilizando servicios de Uber para sus desplazamientos antes de obtener su carnet de conducir–, el director general del Barça, Manel del Río, y Felipe Fernández Aramburu, director general de Uber Iberia. Este nuevo patrocinio posiciona a Uber como «partner oficial de movilidad» del club blaugrana, sumándose a una serie de acuerdos recientes que buscan inyectar liquidez a las arcas del Barça, como los firmados con Midea (por unos 12 millones de euros anuales), la República Democrática del Congo (40 millones hasta 2029) y la renovación con Spotify, que podría generar hasta 460 millones de euros entre 2026 y 2034.

Para el FC Barcelona, este acuerdo representa un paso más en su estrategia de recuperación financiera tras años de turbulencias económicas. Bajo la presidencia de Joan Laporta, el club ha priorizado alianzas globales para estabilizar sus finanzas, atrayendo a marcas internacionales que ven en el Barça una plataforma de visibilidad masiva. Uber, con su presencia en más de 10.000 ciudades alrededor del mundo, ve en esta asociación una oportunidad para consolidar su imagen en España, donde ha enfrentado regulaciones estrictas y controversias laborales. Sin embargo, lo que para el club es un triunfo comercial, para los taxistas es una «traición» que atenta contra el equilibrio del transporte público en Barcelona.

Elite Taxi no ha tardado en reaccionar. En un comunicado emitido este sábado, la asociación ha convocado a todos los taxistas a un paro total del servicio desde las 17:00 hasta las 22:00 horas del martes 21 de octubre. Durante este período, no habrá taxis disponibles en ninguna parte de la ciudad, lo que podría afectar a miles de usuarios, especialmente a aquellos que planeen asistir al partido de Champions en el Estadi Olímpic. La protesta se estructurará en dos «columnas» de vehículos: una avanzará hacia las oficinas del FC Barcelona en la Travessera de Les Corts, con el objetivo de colapsar los accesos al Camp Nou, mientras que la otra se dirigirá al Estadi Olímpic de Montjuïc para rodear completamente el estadio en señal de repudio. Además, se desplegarán piquetes informativos en puntos clave como las dos terminales del Aeropuerto de El Prat y la Estación de Sants, donde los taxistas explicarán a los viajeros las razones de su movilización y denunciarán el acuerdo como un «ataque directo a la legalidad y a los derechos laborales».

Tito Álvarez, portavoz de Elite Taxi y figura emblemática del sector, ha sido tajante en sus declaraciones. «Es una vergüenza que el Barça haga un acuerdo con carteristas», ha afirmado, reconociendo su devoción personal por el club –incluso lleva el escudo tatuado– pero lamentando que esta decisión genere un «conflicto social» innecesario. Álvarez ha revelado que la asociación había propuesto previamente al Barça una colaboración para mejorar la movilidad de los aficionados en los días de partido, oferta que no recibió respuesta. En cambio, el club optó por aliarse con Uber, una empresa que, según los taxistas, «lleva años actuando fuera de la ley, explotando trabajadores y atacando el transporte público de la ciudad». Esta percepción no es nueva: desde la irrupción de Uber en España en 2014, el sector del taxi ha liderado protestas masivas, huelgas y demandas judiciales contra las plataformas VTC, argumentando que operan con ventajas competitivas desleales, como licencias más flexibles y condiciones laborales precarias.

El contexto histórico de este conflicto es crucial para entender la magnitud de la protesta. Barcelona ha sido un epicentro de la lucha contra las VTC en Europa. En 2018, una huelga indefinida de taxistas paralizó la ciudad durante días, obligando al Govern de Catalunya a aprobar el Decreto Ley 4/2019, que impone restricciones como la precontratación con al menos 15 minutos de antelación y límites en el número de licencias VTC. A pesar de estas medidas, Uber y similares han seguido expandiéndose, generando tensiones continuas. En 2023, por ejemplo, Elite Taxi organizó manifestaciones contra la supuesta invasión de VTC ilegales, y en 2024, se intensificaron las denuncias por explotación laboral en plataformas como Uber, donde conductores reportan jornadas extenuantes y salarios por debajo del mínimo interprofesional. Para los taxistas, el acuerdo con el Barça no es solo un patrocinio: es una validación institucional a un modelo que amenaza su supervivencia, afectando a más de 10.000 licencias de taxi en el Área Metropolitana de Barcelona.

El impacto de esta protesta podría ser significativo. El partido contra el Olympiacos, programado para las 21:00 horas en el Estadi Olímpic, atraerá a decenas de miles de aficionados, muchos de los cuales dependen del taxi para llegar al estadio, especialmente desde el aeropuerto o el centro de la ciudad. Con el paro en vigor, se prevé un caos vial en las avenidas principales como la Gran Via de les Corts Catalanes y la Ronda del Litoral, exacerbado por las «columnas» de taxis que bloquearán los accesos. Las autoridades municipales, incluyendo el Ayuntamiento de Barcelona y la Guardia Urbana, ya han sido alertadas y podrían desplegar medidas extraordinarias para gestionar el tráfico, aunque fuentes consultadas indican que no se descarta una intervención para evitar altercados. Además, el paro afectará al turismo, un pilar económico de la ciudad, justo en una semana con alta afluencia por eventos deportivos y culturales.

Desde el FC Barcelona, por el momento, no ha habido una respuesta oficial a la convocatoria de Elite Taxi. El club se ha limitado a confirmar el acto de presentación del acuerdo, enfatizando su compromiso con la innovación en movilidad sostenible. Uber, por su parte, ha defendido el patrocinio como una oportunidad para «mejorar la experiencia de los fans» mediante servicios integrados, aunque no ha comentado directamente las protestas. Analistas económicos señalan que este tipo de alianzas son vitales para el Barça, que aún arrastra deudas superiores a los 1.000 millones de euros, pero advierten que el boicot podría dañar la imagen del club entre su base local de seguidores.

Esta no es la primera vez que un acuerdo comercial del Barça genera controversia. En el pasado, patrocinios con empresas como Qatar Airways o Beko han sido criticados por cuestiones éticas o políticas. Ahora, el foco está en Uber, una multinacional valorada en más de 150.000 millones de dólares, pero con un historial de litigios globales por evasión fiscal y precariedad laboral. Para Elite Taxi, la protesta del martes es solo el inicio: han amenazado con acciones en todos los partidos de Liga y Champions hasta que Laporta «reconsidere» el pacto.

En última instancia, este episodio refleja las tensiones más amplias en Barcelona entre tradición y modernidad. Una ciudad que se enorgullece de su modelo de transporte público inclusivo ve cómo el fútbol, su mayor embajador cultural, se alinea con fuerzas disruptivas. Mientras los taxistas preparan sus columnas para colapsar las calles, los aficionados al Barça se enfrentan a un dilema: apoyar a su equipo o solidarizarse con un sector que forma parte del tejido social de la ciudad. El martes, las calles alrededor del Camp Nou y Montjuïc no solo serán testigo de un partido europeo, sino de una batalla por el futuro de la movilidad urbana.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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