En un mundo donde el fútbol trasciende las canchas para convertirse en un instrumento geopolítico, el FC Barcelona ha sido señalado por Amnistía Internacional como partícipe en una práctica cada vez más controvertida: el ‘sportwashing’. Esta acusación surge a raíz del acuerdo de patrocinio millonario que el club catalán firmó con la República Democrática del Congo (RDC), un pacto que, según la organización de derechos humanos, sirve para blanquear violaciones sistemáticas de derechos humanos en el país africano. El caso del Barça no es aislado; se suma a una lista creciente de clubes europeos, como el AC Milan, el Paris Saint-Germain (PSG), el Arsenal y el Atlético de Madrid, que han establecido alianzas similares con gobiernos cuestionados.

¿Un Patrocinio o un Lavado de Imagen?

El pasado julio, el FC Barcelona anunció un acuerdo de patrocinio con la República Democrática del Congo valorado en aproximadamente 44 millones de euros por cuatro años. Según los términos del contrato, el logo «RD Congo – Coeur de l’Afrique» (RD Congo – Corazón de África) aparecerá en la parte trasera de las camisetas de entrenamiento del equipo masculino, femenino y de las categorías inferiores, así como en las mangas de las equipaciones de partido. Además, el pacto incluye colaboraciones en el desarrollo del fútbol congoleño, como la creación de academias Barça y programas educativos para jóvenes. El club catalán, presidido por Joan Laporta, presentó el acuerdo como una oportunidad para promover el talento africano y fortalecer lazos culturales, enfatizando beneficios mutuos en innovación y deporte.

Sin embargo, Amnistía Internacional no tardó en reaccionar. En un comunicado emitido el 25 de agosto, la organización condenó el acuerdo, acusando al Barça de «blanquear violaciones de derechos humanos» en la RDC. «El deporte no puede ser un escaparate para encubrir abusos graves», afirmó la entidad, destacando que el país africano está inmerso en un conflicto armado con Ruanda, donde se registran detenciones arbitrarias, torturas, restricciones a la libertad de expresión y sentencias de muerte frecuentes. Amnistía también criticó la «Casa de la RDC» que el Barça planea inaugurar, un espacio para celebrar la cultura congoleña, argumentando que ignora las realidades duras en el terreno, como la violencia de grupos armados y la explotación en minas de minerales estratégicos.

La RDC, uno de los países más ricos en recursos naturales pero azotado por la pobreza y la inestabilidad, ha sido acusado repetidamente de abusos. Según informes recientes de Amnistía y Human Rights Watch, facciones armadas como el M23 (apoyado por Ruanda) y coaliciones respaldadas por el ejército congoleño cometen atrocidades, incluyendo violaciones en grupo y ataques a civiles. Estos hechos contrastan con la imagen idílica que el gobierno congoleño busca proyectar a través del patrocinio deportivo. Para el Barça, que se enorgullece de su lema «Més que un club» (Más que un club), este acuerdo representa un dilema ético. Críticos como la ONG argumentan que el club prioriza ingresos financieros sobre valores humanitarios, especialmente en un momento de recuperación económica post-pandemia y con deudas pendientes.

¿Qué es el ‘Sportwashing’ y por Qué Preocupa?

El término ‘sportwashing’ se refiere al uso del deporte para mejorar la reputación internacional de un país o entidad, ocultando problemas como violaciones de derechos humanos, corrupción o autoritarismo. Popularizado en los últimos años, este fenómeno ha sido documentado en casos como la compra del Newcastle United por el Fondo de Inversión Pública de Arabia Saudí o la propiedad del Manchester City por parte de Abu Dabi. Según Wikipedia, ejemplos incluyen la adquisición del PSG por Qatar en 2011 y patrocinios controvertidos en ligas europeas.

Amnistía Internacional ha sido vocal en denunciar esta práctica, argumentando que erosiona la integridad del fútbol. En su comunicado sobre el Barça, la organización enfatizó que los clubes deben asumir responsabilidad ética al evaluar socios. «Estos acuerdos envían un mensaje equivocado: que el dinero puede comprar silencio sobre abusos», señaló un portavoz. El debate no es nuevo; en 2022, durante el Mundial de Qatar, se intensificaron las críticas al ‘sportwashing’, con miles de muertes de trabajadores migrantes en la construcción de estadios.

Una Tendencia Alarmante

El Barça no está solo. Amnistía menciona explícitamente a otros clubes europeos involucrados en acuerdos similares, destacando cómo el ‘sportwashing’ se ha convertido en una estrategia común para gobiernos autoritarios.

Paris Saint-Germain (PSG) y Qatar/Ruanda: El PSG, propiedad del emir de Qatar desde 2011, es el epítome del ‘sportwashing’. Qatar ha invertido miles de millones en el club para proyectar una imagen moderna, a pesar de acusaciones de explotación laboral y represión política. Además, el PSG tiene un patrocinio con «Visit Rwanda», similar al de Arsenal, valorado en millones de euros. Este acuerdo con Ruanda, gobernada por Paul Kagame –acusado de autoritarismo y supresión de opositores–, ha sido criticado por blanquear un historial de abusos post-genocidio. En 2025, tras la victoria del PSG en la Champions League, analistas señalaron que el triunfo fue una «victoria para Qatar», consolidando su influencia en el fútbol global.

Arsenal y Ruanda: Desde 2018, el Arsenal luce el logo «Visit Rwanda» en las mangas de sus camisetas, en un acuerdo de cuatro años por 10 millones de libras anuales. El gobierno ruandés lo presenta como una herramienta para impulsar el turismo, pero críticos, incluyendo fans del club agrupados en «Gunners for Peace», lo ven como complicidad en abusos. Ruanda ha sido calificada por la ONU de tener un «pobre historial de derechos humanos», con riesgos para solicitantes de asilo. A pesar de un fallo judicial en el Reino Unido en 2023 declarando ilegal el plan de deportación a Ruanda, Arsenal no ha cancelado el patrocinio, argumentando beneficios para el desarrollo deportivo en África.

Atlético de Madrid y Azerbaiyán/Arabia Saudí: Entre 2012 y 2014, el Atlético lució el eslogan «Azerbaijan: Land of Fire» en sus camisetas, un patrocinio del gobierno azerí condenado por Reporteros Sin Fronteras por blanquear represión mediática. Más recientemente, el club ha participado en la Supercopa de España en Arabia Saudí, un país acusado de ejecuciones y discriminación. Amnistía incluye al Atlético en su lista de clubes que priorizan finanzas sobre ética, con acuerdos que generan ingresos pero ignoran contextos problemáticos.

AC Milan y Emiratos Árabes Unidos: Aunque menos directo, el AC Milan ha sido señalado por su patrocinio con Emirates Airlines, propiedad del gobierno de Dubai. Los EAU han sido acusados de ‘sportwashing’ a través de inversiones en fútbol, similar a Qatar. Amnistía lo incluye en su crítica general, destacando cómo estos acuerdos ayudan a gobiernos a distraer de abusos laborales y políticos.

Estos casos ilustran un patrón: gobiernos con historiales controvertidos invierten en clubes europeos para ganar legitimidad. Según expertos, esto no solo beneficia a los patrocinadores, sino que inyecta capital vital a equipos con deudas, como el Barça (con pasivos superiores a los 1.000 millones de euros).

Ética vs. Economía

El ‘sportwashing’ plantea preguntas profundas sobre el rol del fútbol en la sociedad. Para fans, es un dilema: ¿apoyar a su club significa avalar estos acuerdos? En el caso del Barça, algunos socios han expresado descontento en asambleas, exigiendo transparencia. Similarmente, en Arsenal, grupos de aficionados presionan por cancelaciones.

Desde la perspectiva regulatoria, UEFA y FIFA han sido criticadas por laxitud. Reglas de Fair Play Financiero (FFP) controlan gastos, pero no evalúan el origen ético de fondos. Analistas sugieren que se necesitan códigos éticos obligatorios, como vetos a patrocinadores con abusos documentados.

Expertos como Simon Chadwick, profesor de deporte y geopolítica, argumentan que el ‘sportwashing’ distorsiona la competencia: «Clubes con backing estatal tienen ventajas injustas». En Europa, esto ha llevado a debates en parlamentos, como en Francia sobre el PSG.

¿Hacia un Fútbol Más Ético?

El acuerdo del Barça con la RDC, sumado a casos como los del PSG, Arsenal, Atlético y Milan, resalta cómo el fútbol se ha convertido en un tablero geopolítico. Amnistía Internacional urge a los clubes a priorizar derechos humanos sobre ganancias, advirtiendo que «el silencio es complicidad». Para el Barça, este escrutinio podría costar reputación, e incluso el patrocinio si presiones aumentan.

En un deporte que une a millones, ¿puede el fútbol resistir la tentación del dinero sucio? La respuesta depende de fans, reguladores y clubes. Mientras tanto, el balón sigue rodando, pero con manchas cada vez más visibles.

Redacción en  | Web |  Otros artículos del autor

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

Comparte: