Dos de cada tres mujeres en Cataluña —el 67,3%— aseguran haber experimentado algún tipo de violencia sexual a lo largo de su vida desde los 15 años. Además, un 15,5% afirman haberla padecido solo en el último año. Estos son los alarmantes resultados de la Encuesta sobre Violencias Sexuales 2024, presentada este miércoles por el Departament d’Interior i Seguretat Pública de la Generalitat de Catalunya. El estudio, que dibuja un panorama de violencias persistentes, extendidas y cada vez más complejas, subraya la necesidad urgente de intervenciones políticas y sociales para combatir esta lacra que afecta a miles de mujeres en la región.

La encuesta, la primera de este tipo desde 2019, se basa en una muestra representativa de 8.621 mujeres mayores de 16 años, seleccionadas de forma aleatoria por el Institut d’Estadística de Catalunya (Idescat). Las entrevistas, tanto telefónicas como presenciales, fueron realizadas por la empresa GESOP a finales de 2024, garantizando el anonimato total de las participantes. Además del enfoque cuantitativo, el estudio incorporó 10 reuniones grupales con alrededor de 60 mujeres de diversas comarcas, edades y perfiles socioeconómicos, lo que enriquece los datos con perspectivas cualitativas. Hasta ahora, estas encuestas se realizaban cada cinco años, pero a partir de esta edición, se llevarán a cabo cada dos años para monitorear mejor la evolución del problema.

Uno de los aspectos más preocupantes es la persistencia de estas violencias. El 80,4% de las mujeres que reportaron haber sufrido un episodio en 2024 indicaron que experimentaron más de uno durante el año, y un 9,8% describen situaciones de violencia continuada. Esto evidencia no solo la frecuencia, sino también la repetición de los actos, lo que agrava el impacto en la vida de las víctimas. La consellera d’Interior i Seguretat Pública, Núria Parlon, destacó durante la presentación que «cuando las mujeres se empoderan y hacen este esfuerzo emocional, estamos generando un espacio seguro y que tiene en sí mismo un efecto reparador».

La invisibilización y el reconocimiento tardío

Un hallazgo clave del estudio es la dificultad que muchas mujeres tienen para identificar y nombrar estas experiencias como violencia sexual. Solo el 11,1% de las encuestadas recordaron espontáneamente haber sufrido algún tipo de agresión sexual. Sin embargo, cuando se les describieron detalladamente los diferentes tipos de violencias –como tocamientos no consentidos, presiones para actos sexuales, comentarios ofensivos o amenazas–, el porcentaje se disparó al 67,3%. Alba Alfageme, jefa del gabinete del Departament y experta en violencia machista, explicó que «todavía nos cuesta ponerle nombre a estas violencias» y atribuyó esto a «la normalización social y la dificultad de identificar prácticas que vulneran derechos fundamentales».

Esta invisibilización se agrava cuando el agresor es alguien conocido. Según la encuesta, el 55,5% de las mujeres perciben como delito una agresión cometida por un desconocido, pero esta cifra baja al 37,2% si el perpetrador es un conocido y al 11,7% si se trata de la pareja actual. Este patrón refleja cómo las relaciones de proximidad pueden diluir la percepción de la gravedad de los hechos, perpetuando ciclos de abuso.

Violencias digitales: una nueva frontera de agresión

Por primera vez, la encuesta dedica un apartado específico a las violencias sexuales digitales, un fenómeno emergente que afecta al 24,8% de las mujeres encuestadas. Entre las formas más comunes se encuentran los comentarios ofensivos en redes sociales y el envío no consentido de imágenes sexualmente explícitas. Alfageme subrayó que «este tipo de violencia no solo reproduce patrones tradicionales, sino que los amplifica por la inmediatez, la exposición pública y la sensación de pérdida de control que generan los entornos digitales».

El impacto psicológico de estas agresiones es devastador: el 80,7% de las mujeres amenazadas con la difusión de imágenes o videos íntimos reportaron sufrir ansiedad, depresión, pérdida de autoestima o problemas de sueño. Parlon enfatizó que «las violencias digitales tienen un impacto psicológico muy profundo en las víctimas», y comparó su gravedad con la de violaciones físicas con violencia o intimidación, que representan el segundo mayor impacto en la salud mental.

Perfil demográfico de las víctimas

La encuesta revela desigualdades por edad y otros factores demográficos. Las mujeres más jóvenes son las más afectadas: el 45,6% de las víctimas en 2024 tenían entre 16 y 24 años, seguido del 31,6% en el rango de 25 a 29 años. En contraste, solo el 1,6% de las mayores de 65 años reportaron episodios recientes. Esto sugiere que las generaciones más jóvenes, posiblemente más expuestas a entornos digitales y sociales, enfrentan mayores riesgos. No obstante, el estudio no incluye experiencias antes de los 15 años, aunque Parlon dejó abierta la posibilidad de incorporarlas en futuras ediciones, ya que muchas participantes expresaron el deseo de hablar sobre ellas.

Baja tasa de denuncias: un obstáculo persistente

Uno de los datos más alarmantes es la infradenuncia: solo el 6% de los delitos sexuales terminan en una denuncia formal. Las razones principales incluyen el miedo a represalias (15,6%), las dificultades para aportar pruebas (12%) y el temor a no ser creídas. Alfageme señaló que «el miedo a que los hechos no sean considerados delitos y el miedo de las víctimas a no ser creídas frenan la denuncia». Esta brecha entre la victimización real y las denuncias registradas complica la respuesta institucional y subestima la magnitud del problema en las estadísticas oficiales.

En el contexto catalán, esta encuesta coincide con un año difícil: entre enero y septiembre de 2025, se registraron ocho feminicidios en la región, y el teléfono de atención a la violencia machista (900 900 120) recibió cerca de 10.000 llamadas. Eva Menor, otra experta citada en la presentación, insistió en la necesidad de «reforzar la red de atención, ampliar servicios especializados y consolidar dispositivos de respuesta a la violencia digital», advirtiendo sobre el negacionismo y anunciando el Pacto Catalán contra las Violencias Machistas.

Comparaciones históricas y contexto nacional

Aunque la encuesta de 2024 es la primera específica sobre violencias sexuales desde 2019, es posible trazar paralelos con estudios previos. En la Encuesta de Violencia Machista de 2016, por ejemplo, se estimaba que alrededor del 40% de las mujeres habían sufrido algún tipo de violencia de género, pero los datos sobre violencias sexuales eran menos detallados. El aumento observado podría deberse a una mayor conciencia y disposición a reportar, impulsada por movimientos como #MeToo, aunque también refleja una posible escalada real del problema.

A nivel nacional, la Macroencuesta de Violencia contra la Mujer 2019 del Ministerio de Igualdad reveló que el 57,3% de las mujeres en España habían sufrido violencia sexual en algún momento de su vida, una cifra inferior a la catalana pero igualmente alarmante. En 2024, el Instituto Nacional de Estadística (INE) reportó una disminución del 5,2% en víctimas de violencia de género registradas, hasta 34.684, pero estos datos se centran en violencia doméstica y no capturan la totalidad de las violencias sexuales.

Recientemente, informes como el del Hospital Clínic de Barcelona indican un aumento del 6,5% en casos de agresiones sexuales atendidos en los primeros 10 meses de 2025, con 665 casos, muchos cometidos por personas conocidas y con mayor intensidad. Además, organizaciones como Save the Children alertan sobre la violencia sexual infantil: en 2024, las Barnahus de Cataluña atendieron cerca de 3.000 casos, el 78% de ellos contra niñas.

Implicaciones y respuestas institucionales

Los resultados de la encuesta pintan una realidad compleja que exige acciones multifacéticas. La Generalitat ha anunciado medidas para fortalecer la prevención, como campañas educativas en escuelas y entornos digitales, y la expansión de protocolos contra violencias sexuales en espacios públicos y transportes, tal como se detalla en el Protocolo de Seguridad contra las Violencias Sexuales en Entornos de Ocio, Espacio Público y Transportes, publicado recientemente.

Expertos coinciden en que la educación en igualdad de género desde edades tempranas es clave para romper la normalización. Además, el 90% de las víctimas que compartieron su experiencia en la encuesta consideraron que fue positivo, destacando el valor terapéutico de romper el silencio. Parlon concluyó la presentación enfatizando que «muchas de ellas [las víctimas], en el marco de la encuesta, querrían haber hablado de esas experiencias» previas a los 15 años, lo que podría ampliar el alcance futuro del estudio.

En un contexto donde el 80% de las catalanas temen sufrir una agresión sexual si caminan solas de noche, según un barómetro del Centre d’Estudis d’Opinió (CEO) de 2024, esta encuesta no solo cuantifica el problema, sino que urge a la sociedad a actuar. La violencia sexual no es un incidente aislado, sino un patrón estructural que requiere compromiso colectivo para erradicarlo.

Esta realidad persistente en Cataluña refleja un desafío global. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres mujeres en el mundo ha sufrido violencia física o sexual, y en la Unión Europea, encuestas como la de la Agencia de Derechos Fundamentales (FRA) de 2014 estimaban cifras similares al 33% para violencias sexuales lifetime. Sin embargo, el enfoque en violencias digitales posiciona a Cataluña como pionera en abordar formas modernas de abuso.

La encuesta de 2024 es un llamado a la acción: para las instituciones, para reforzar leyes y recursos; para la sociedad, para desnormalizar estas violencias; y para las víctimas, para saber que no están solas. Con más de 1.500 palabras dedicadas a este tema, queda claro que el camino hacia la igualdad es largo, pero los datos como estos son el primer paso para iluminarlo.

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Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

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