El Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas, uno de los principales nodos de transporte de Europa, ha sido durante años un refugio improvisado para cientos de personas sin hogar que, ante la falta de alternativas, han encontrado en sus terminales un lugar donde pasar la noche. Sin embargo, a partir del 24 de julio de 2025, esta situación cambiará drásticamente. Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena), la entidad gestora del aeropuerto, ha anunciado la prohibición de que las personas sin hogar pernocten en sus instalaciones, una medida que ha generado un intenso debate sobre la gestión del sinhogarismo, la responsabilidad de las administraciones públicas y las condiciones de vida de uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad.

El contexto: Barajas como refugio improvisado

El fenómeno de las personas sin hogar pernoctando en el Aeropuerto de Barajas no es nuevo. Desde 2019, las terminales del aeropuerto, especialmente la T4, se han convertido en un refugio informal para quienes no tienen acceso a una vivienda o a los servicios sociales adecuados. Según un censo realizado entre marzo y abril de 2025 por organizaciones como Cáritas, Bokatas y la Mesa por la Hospitalidad, entre 271 y 421 personas dormían cada noche en las instalaciones del aeropuerto. La mayoría de estas personas son hombres de entre 45 y 64 años, muchos con enfermedades crónicas, y un 38% cuentan con empleos precarios. Más de la mitad están empadronados en Madrid, y un 51% dispone de tarjeta sanitaria, aunque un 34% no accede a atención primaria debido a barreras burocráticas o personales.

El aeropuerto, con su actividad constante, su calefacción en invierno y sus espacios abiertos, ofrecía un entorno relativamente seguro y accesible para estas personas. Sin embargo, la presencia de cientos de personas sin hogar generó tensiones. Los trabajadores del aeropuerto denunciaron condiciones de «inseguridad e insalubridad», especialmente tras reportes de picaduras en la T4 en mayo de 2025, aunque Aena descartó la existencia de una plaga de chinches tras una inspección técnica. Estas quejas, junto con la presión mediática y la visibilidad del problema, llevaron a Aena a tomar medidas para restringir el acceso nocturno al aeropuerto.

La decisión de Aena: Una medida para reforzar la seguridad

El 24 de julio de 2025, Aena anunció oficialmente que las personas sin hogar no podrán pernoctar en el Aeropuerto de Barajas. Esta decisión se fundamenta en la apertura del Centro de Acogida Temporal Pinar de San José, un albergue con 150 plazas habilitado por el Ayuntamiento de Madrid el 14 de julio en el distrito de La Latina. Este centro, coordinado por SAMUR Social, ofrece alojamiento nocturno, cena, desayuno, lavandería y transporte a quienes hasta ahora dormían en las terminales del aeropuerto. Según Aena, los aeropuertos «no son infraestructuras preparadas para habitar, sino exclusivamente de paso, que no tienen en ningún caso las condiciones adecuadas para pernoctar, de las que sí disponen las instalaciones del Ayuntamiento de Madrid».

La medida incluye restricciones de acceso nocturno a partir de las 21:00 horas, con controles en las entradas de las terminales que limitan el ingreso a pasajeros con billete, acompañantes y trabajadores acreditados. Aena ha enfatizado que colaborará con los trabajadores sociales del Ayuntamiento y entidades del Tercer Sector para facilitar una transición ordenada hacia el centro de acogida. Sin embargo, la empresa ha aclarado que el traslado debe ser voluntario, lo que plantea interrogantes sobre la efectividad de la medida, especialmente para quienes puedan resistirse a abandonar el aeropuerto.

Tensiones institucionales: Un juego de responsabilidades

La prohibición de Aena no ha estado exenta de controversias, especialmente en lo que respecta a la asignación de responsabilidades entre las distintas administraciones. Desde que el problema del sinhogarismo en Barajas saltó a la luz pública en febrero de 2025, ha habido un «fuego cruzado» entre Aena, el Ayuntamiento de Madrid y el Gobierno central. El presidente de Aena, Maurici Lucena, acusó al alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, de «dejación de funciones» por no abordar adecuadamente la situación. Por su parte, el Ayuntamiento ha calificado la decisión de Aena como «unilateral», afirmando que no fueron informados previamente sobre los avisos de desalojo.

Un punto de fricción clave ha sido el censo de personas sin hogar en el aeropuerto. Aunque se acordó en mayo de 2025 que Aena financiaría un censo con 50.000 euros, a cargo de la consultoría social Fresno, este proceso aún no se ha completado debido a cuestiones relacionadas con la protección de datos. Aena ha insistido en que el censo no es indispensable para proporcionar atención de emergencia, mientras que el Ayuntamiento ha argumentado que conocer la identidad y las circunstancias de estas personas es crucial para diseñar soluciones efectivas.

La vicealcaldesa de Madrid, Inma Sanz, señaló que aún pernoctan en Barajas 31 personas empadronadas en Madrid o con vínculos con la ciudad, lo que sugiere que el problema no se resolverá únicamente con el nuevo centro de acogida. Además, el albergue Pinar de San José es una solución temporal, ya que cerrará el 20 de octubre de 2025 para retomar su función habitual en la campaña de frío del Ayuntamiento. Esto plantea dudas sobre la sostenibilidad de la medida a largo plazo.

Voces críticas: ¿Expulsión sin soluciones reales?

Organizaciones no gubernamentales como Bokatas y la Mesa por la Hospitalidad han criticado la estrategia de Aena, calificándola como una «estrategia de desgaste» destinada a expulsar a las personas sin hogar sin ofrecer soluciones estructurales. Estas ONG destacan que, desde 2019, Aena ha implementado medidas como la retirada de bancos y enchufes o la limitación de horarios para dificultar la permanencia en las terminales. Además, en mayo de 2025, Aena llegó a impedir el acceso a ONG que repartían comida a las personas sin hogar, una medida que generó indignación entre las entidades sociales.

Un informe secreto elaborado por la Mesa por la Hospitalidad, vinculada a Cáritas, reveló que el 52% de las personas que pernoctaban en Barajas estaban empadronadas en Madrid, lo que subraya que muchas de estas personas tienen vínculos con la ciudad y no son necesariamente migrantes sin recursos, como se ha especulado en algunos medios. Este informe también destacó las condiciones precarias de estas personas, muchas de las cuales enfrentan enfermedades crónicas y trabajos inestables, lo que las lleva a buscar refugio en el aeropuerto.

Implicaciones sociales y éticas

La prohibición de Aena plantea preguntas éticas y sociales sobre cómo abordar el sinhogarismo en una ciudad como Madrid, donde la crisis de la vivienda y el aumento de la precariedad han exacerbado este problema. La medida, aunque justificada por Aena como una forma de reforzar la seguridad y garantizar que el aeropuerto cumpla su función como infraestructura de transporte, corre el riesgo de desplazar el problema sin resolverlo. Si bien el centro de acogida Pinar de San José ofrece una alternativa temporal, su capacidad limitada (150 plazas frente a las hasta 500 personas que pernoctaban en Barajas en el pico del invierno) y su cierre programado para octubre plantean interrogantes sobre qué pasará con estas personas en el futuro.

Además, la estigmatización de las personas sin hogar ha sido un tema recurrente en esta controversia. Aena ha calificado como «execrables especulaciones» los rumores que vinculaban la presencia de estas personas con una supuesta plaga de chinches, asegurando que no hay evidencia de tal problema. Sin embargo, estas narrativas han contribuido a una percepción negativa del colectivo, lo que podría dificultar su integración en los recursos municipales.

Perspectivas a futuro

La prohibición de pernoctar en Barajas marca un precedente que podría extenderse a otros aeropuertos españoles, como señala OKDIARIO. Sin embargo, para que esta medida sea efectiva y ética, es crucial que las administraciones públicas trabajen de manera coordinada para ofrecer soluciones a largo plazo. Esto incluye no solo la provisión de albergues, sino también programas de inserción laboral, acceso a vivienda asequible y atención médica integral para las personas sin hogar.

El papel de las ONG seguirá siendo fundamental en este proceso. Organizaciones como Cáritas y Bokatas han demostrado su capacidad para identificar las necesidades de este colectivo y ofrecer apoyo directo, a pesar de los recursos limitados con los que cuentan. La colaboración entre Aena, el Ayuntamiento y estas entidades será clave para garantizar que la transición hacia los centros de acogida sea efectiva y respetuosa con los derechos de las personas sin hogar.

La decisión de Aena de prohibir la pernoctación de personas sin hogar en el Aeropuerto de Barajas pone de manifiesto las complejidades del sinhogarismo en una ciudad global como Madrid. Si bien la apertura del centro de acogida Pinar de San José representa un paso hacia la atención de este colectivo, la temporalidad de la solución y las tensiones institucionales sugieren que el problema está lejos de resolverse. La medida de Aena, aunque responde a preocupaciones legítimas sobre la seguridad y el uso adecuado de las infraestructuras aeroportuarias, debe ir acompañada de políticas públicas integrales que aborden las causas estructurales del sinhogarismo. Solo así se podrá garantizar que las personas que hasta ahora buscaban refugio en Barajas encuentren no solo un lugar donde dormir, sino una oportunidad para reconstruir sus vidas.

Redacción en  | Web |  Otros artículos del autor

Este artículo ha sido redactado y/o validado por el equipo de redacción de Revista Rambla.

Comparte: